verdad, valores, poder





        El libro de Joseph Ratzinger fue publicado en alemán en 1993 y la editorial Rialp lo publicaba en 1995 ahora en lengua castellana. Se reúnen aquí tres artículos que constituyen una respuesta a la pregunta sobre si es posible la existencia de valores universales e intocables en una cultura democrática y pluralista. Los tres capítulos del libro, por tanto, constituyen una unidad. El Cardenal Ratzinger plantea las cuestiones con profundidad pero con un lenguaje directo y claro. La cuestión de fondo es tratada explícitamente en el tercer ensayo: “¿Es el relativismo una condición de la democracia?

La estructura de su argumentación discute el relativismo ético que pretende anular los valores absolutos en nombre de la absolutización de la subjetividad y del poder de la mayoría; y, por otro lado, sostiene que la verdad y el bien son el fundamento de una conciencia recta y que sólo desde ésta se hace posible la realización de la libertad y de los derechos humanos en una sociedad justa y pluralista. 
En el primer capítulo Ratzinger se refiere en él especialmente a su predecesor fallecido Andrei Sajarov y, partiendo de lo que representa su figura, pasa a analizar cuál es el contenido ético de la libertad humana como realidad que sólo puede ser vivida en un ámbito de responsabilidad compartida. Si se niega el principio moral, que es un conocimiento poseído por el hombre previo a cualquier otro, se niega al hombre mismo. Tomando una expresión de Spaemann, afirma Ratzinger que frente al «nihilismo banal" en expansión, hay que recordar que la libertad sólo sigue siendo humana cuando se fundamenta en la responsabilidad moral. Una libertad cuyo único argumento consistiera en satisfacer las necesidades seguiría recluida en el ámbito animal. 
El segundo artículo (pp. 43-77) lleva por título Si quieres la paz, respeta la conciencia de cada hombre. Comienza con una lúcida reflexión sobre la conciencia errónea y el peligro de afirmar, sin más, que toda actuación según la conciencia es buena. Si no se comprende bien lo que es la conciencia, y se olvida que puede ser errónea, no hay posibilidad de calificar moralmente las acciones de los hombres y desaparece la noción de culpa. Toda acción sería buena por el hecho de hacerse con un convencimiento interno y, si aceptáramos esto hasta sus últimas consecuencias, habría que aplaudir todos los horrores cometidos por los hombres a lo largo de la historia. 
El tercer artículo (pp. 81-108), titulado El significado de los valores morales y religiosos en la sociedad pluralista, es una conferencia pronunciada en Bratislava, capital de Eslovaquia, en 1992. El contenido fundamental de este capítulo es similar al primero pero su estructura y argumentación es diferente. Tras los totalitarismos, se ha aceptado la idea de que la democracia, con todas las limitaciones que se quiera, en la práctica es el único sistema de gobierno adecuado. Y lo que se pide al sistema democrático básicamente es que garantice las libertades individuales. La cuestión que se plantea el Cardenal es si basta con esto, es decir, si es posible que exista verdadera libertad humana sin ningún otro contenido. Puesto que la libertad humana no puede existir aislada en sí misma sino en relación con los demás, requiere inmediatamente un contenido: el de lo que es justo y lo que es bueno. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios es siempre nuevo

Alguien a quien mirar

Castellano