Dejad que Cristo os guíe



El libro de Albert Peyriguère se incluye en la larga tradición de epistolarios espirituales. Por su contenido y enseñanzas no desmerece de la mayoría de ellos. El autor desarrolla algunas de las ideas centrales de la enseñanza espiritual cristiana: la centralidad de Jesucristo en la vida espiritual, la primacía de la gracia y de la acción divina, la necesaria docilidad a esa actividad divina, la íntima relación de amor que se establece entre el cristiano y Dios, etc.

Peyriguère, siguiendo los pasos de Charles de Foucauld, se retira al desierto con los bereberes, pero su disposición generosa para ayudar a los más necesitados dificulta el silencio que requiere una vida contemplativa hasta que descubre en ellos “el rostro sonriente de su Cristo que le tiende sus brazos”.

El esquema del contenido está bien reflejado en el índice del libro:

1.       No somos nosotros los que elegimos el modo de encontrar a Cristo. Es El quien viene y se adueña de nosotros.

2.       Lo más importante de nuestra vida es encontrar al Cristo-Vivo.

3.       Descubrir a Cristo allí donde El se instala para nosotros.

4.       Cristo se hace descubrir en etapas sucesivas.

5.       Que tu humanidad sea la humanidad de Cristo, que recomienza su camino terrenal.

6.       Viva a Cristo, vívalo cada vez más.

7.       El Espíritu Santo se inserta en nuestra vida. Trabaja en ella como una fuerza secreta.

8.       Entréguese a Cristo para que en usted sea el Cristo-Salvador.

9.       En nuestras más pequeñas iniciativas es todo el Cuerpo Místico el que se afana por crecer y enriquecerse.

10.Qué real es Cristo, qué tremendamente real cuando se presenta “bajo las especies” de uno de nuestros hermanos pobres.

11.Nuestra vida muestra a Cristo a los demás mucho más que nuestras palabras.

12.¿He hecho hoy lo que Cristo hubiera hecho?

El libro está lleno de ideas sugerentes y prácticas para buscar una vida contemplativa en medio del mundo: “acción y contemplación no son caminos diferentes”, ni dos momentos sucesivos ni contrapuestos; uno está contenido en el otro siempre que se busque la unión con Dios: “no ser más que uno con Dios”.

“Cristo está en usted, o más bien Él es usted misma (…) ya no es usted quien vive, es Cristo quien vive en usted. No es usted quien ora, no es usted quien actúa, es Cristo quien ora en usted, es Cristo quien actúa en usted”.


Magnífico libro para todos aquellos que quieran tomarse a Dios en serio.

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