Trabajo ordinario, gracia extraordinaria



Scott Hahn explica, desde su perspectiva de teólogo protestante converso al catolicismo, su visión sobre la espiritualidad del Opus Dei. El libro es agradable de leer y aporta matices nuevos sobre esta realidad de la Iglesia.


Lo primero que descubre una espiritualidad fundada en la filiación divina. ““La filiación humana es de por sí una

maravilla. Pero palidece si la comparamos con el nacimiento a la vida sobrenatural, la filiación divina que reciben

los cristianos en el bautismo. Ahí somos identificados con Cristo, unidos a Cristo, capacitados para vivir su vida,

elevados para compartir la vida del Hijo eterno de Dios en el seno de la Trinidad. En el bautismo somos hechos

hijos de Dios todopoderoso y eterno, hijos de un Padre que puede darnos todo lo que necesitemos, un Padre

que es perfecto, omnisciente y omnipresente, un Padre que cumple todo lo que promete y no se equivoca nunca.

La filiación divina es la razón por la cual somos bautizados. Es la verdadera sustancia del cielo.

Eso es lo que expresa el Nuevo Testamento cuando habla de «salvación», «santificación» y «justificación».

San Josemaría lo pone más fuerte cuando llama a este proceso «divinización» y «endiosamiento”


Otro tema importante: la ética del trabajo. “la ética protestante del trabajo no es un dogma cristiano.

Es un fenómeno sociológico (aunque, sin duda, tiene su fuerza). Lo que hemos visto en el libro del Génesis,

sin embargo, es mucho más profundo que ninguna tendencia cultural. No es una ética del trabajo, sino algo más

pleno y acabado. Es una verdadera «teología del trabajo», una metafísica del trabajo. No es solo la respuesta

colectiva de algunos creyentes, sino una verdad inserta en el entramado de la creación.

Más aún, no depende del éxito mundano. Como solía decir la Madre Teresa:

Dios no nos pide ser triunfadores, solo fieles.”


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