Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

Los perros duros no bailan

Imagen
La última novela de Arturo Pérez-Reverte lleva la marca de la casa, el “muy de Pérez-Reverte”, con un lenguaje coloquial, fácil de leer, chispeante y dramática a la vez. Dejan entrever un fondo de amargura muy propio de quien ha visto de cerca el sufrimiento y la muerte, quizá sin encontrarles mucho sentido. Sin duda su experiencia como reportero de guerra le marcó profundamente. “Una novela policial, una historia de supervivencia en un mundo donde la lealtad es puro instinto”. Dicen que la lealtad es una cualidad propia de los perros. En realidad es una virtud humana que muchas veces se echa en falta: “me gusta quienes son leales, y en estos tiempos ya ni los perros lo somos”.  Hace días que en el Abrevadero de Margot, donde se reúnen los chuchos del barrio, nada se sabe de Teo y de Boris el Guapo. Sus colegas presienten que detrás de su desaparición hay algo oscuro, siniestro, que los mantiene alerta. Lo ocurrido no puede ser nada bueno; lo sospechan todos y lo sabe su

María, estrella de la esperanza

Imagen
Como en otra ocasión comentamos un volumen de la estupenda colección “Fundamentos de la fe” editada por San Pablo y basada en una selección de textos (peferentemente homilías) de Benedicto XVI. En este caso el tema es María. Copiamos uno de los textos tomado de la encíclica “Spe Salvi” de Benedicto XVI: 49. Con un himno del siglo VIII/IX, por tanto de hace más de mil años, la Iglesia saluda a María, la Madre de Dios, como « estrella del mar »:   Ave maris stella . La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, pers

Mero cristianismo

Imagen
C.S. Lewis fue profesor de Literatura en Oxford y Cambridge durante más de treinta años, pero es más conocido es por su amplia labor de divulgación y apologética cristiana, llegando a ser un autor de reconocida fama mundial en el siglo XX. De hecho se han llevado al cine varias de sus obras. Una de las primeras que suelo recomendar es “Mero cristianismo”. En ella se centra en los aspectos doctrinales fundamentales del cristianismo por encima de diferencias confesionales. De hecho Lewis era anglicano. Muchos de estos temas son de gran actualidad, como por ejemplo el fundamento de la moral en la ley natural: Muchas veces hemos presenciado discusiones. Discutir significa intentar demostrar que el otro hombre está equivocado. Y no tendría sentido intentar hacer eso a menos que tú y él tuvierais un determinado acuerdo en cuanto a lo que está bien y lo que está mal, del mismo modo que no tendría sentido decir que un jugador de fútbol ha cometido una falta a menos que hubiera un determi

Los cantos del Siervo del Señor

Imagen
Enzo Bianchi nos ofrece aquí unas meditaciones breves pero de gran calado. Leyendo los “Cantos del Siervo” meditamos en profundidad sobre la vida de Jesús, hasta el punto de que sería posible recorrer a través de ellos la narración evangélica en su conjunto. Es decir: lo que el profeta escribió a mediados del siglo VI a de C., se realizó plenamente en la existencia de Jesucristo, el Mesías crucificado “vencedor en cuanto víctima” ( victor quia víctima ) como dirá San Agustín. Jesús tuvo que haber pensado su vocación más profunda a la luz de estos cantos, asumiéndolos como forma de su vida, hasta interpretar mediante ellos su propio fin inminente. De aquí que poco antes de ser arrestado, dijera a sus Discípulos: “Debe cumplirse en mí la palabra de la escritura, “fue contado entre los malhechores” (Lc 22, 37) que encontramos en el canto cuarto. El  Canto Primero lo encontramos en  Isaías 42: 1 Mirad a mi siervo, a quien sostengo,  mi elegido, en quien se complace mi alma.