Historia de Cristo


Giovanni Papini Nacido en Florencia en 1881 y fallecido en 1956, es quizá uno de los escritores italianos más importantes del siglo XX. Jorge Luis Borges lo definirá como historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romántico, ateo y después teólogo. Precisamente es su condición de converso lo que da una especial fuerza a esta apasionante historia de Jesucristo.


Papini es un acérrimo defensor de los evangelios, que comenta con el rigor de quien los valora como una fuente de valor histórico indiscutible y, a la vez, con la piedad de quien sigue las huellas del divino Maestro. Sus comentarios son fruto de hondas reflexiones y, a la vez, textos literariamente brillantes. Así, al hablar del pasaje del Niño perdido y hallado en el Templo pone en boca de Jesús: “¿Por qué me buscáis? ¿Acaso no sabéis que yo no puedo perderme, que a mí no me perderá nunca nadie, ni siquiera los que me entierren? Yo estaré siempre donde haya alguien que crea en mí, aunque no me vea con los ojos, no puede perderme nadie con tal de que me tenga en su corazón”.

Para el autor Cristo es, ante todo, el Hijo que se sabe amado por el Padre. “El amor del esposo es fuerte, pero carnal y celoso; en del hermano es fácilmente contaminado por la envidia; el del amigo puede mancharse con el engaño; el del amo henchido de orgullosa condescendencia. Peto el amor del padre hacia los hijos es el amor perfecto, el más puro y desinteresado. El padre hace por el hijo lo que no haría por ningún otro, el hijo es carne de su carne, una parte suya que ha crecido a su lado día tras día (…) el padre vive para el hijo, se complace en el hijo y en el hijo se contempla y exalta”. Para Papini, esta idea de paternidad, debidamente aplicada a Dios, es una de las grandes novedades del Evangelio.


Admira también la autoridad del Maestro al abolir –por ejemplo- la Ley del Talión con palabras fuertes e inequívocas. Muchos cristianos no han entendido esto; el principio de la no resistencia ante la violencia (“si alguien te abofetea la mejilla derecha, ofrécele la otra”) ha sido para muchos creyentes un escándalo insoportable. No entienden que “la Ley del Talión puede dar un consuelo bestial al que fue herido primero, pero en lugar de detener el mal lo multiplica”.

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