Una pena en observación
El libro recopila las notas manuscritas, en las que Lewis expone su pena, desde los pequeños acontecimientos de la vida cotidiana sin su esposa, hasta profundas reflexiones acerca de la fe, la voluntad de Dios y su silencio. El título quiere recordar que no se trata de un ensayo sobre el misterio del dolor, sino de la perspectiva individual de un hombre ante la pérdida de su esposa, y del duelo como camino para el encuentro con el Dios cristiano. Son unas páginas autobiográficas muy introspectivas, en las que el escritor sobrevive al sufrimiento, a la vez que crea y modela una esperanza basada en el cristianismo. Lewis es un intelectual, y el deseo de intentar entender (observar) la pena se transforma en un abandono en la voluntad de Dios.
La editorial indica que: "En 1952, la poetisa norteamericana Helen Joy Davidson Gresham, católica, divorciada y comunista, apareció en la vida del cincuentón Clive Staples Lewis, católico, soltero y eminente hombre de letras británico (...) Helen sentía una profunda admiración por Lewis, al que hasta ese momento sólo conocía a través de sus obras y de su escaso intercambio epistolar. Del encuentro personal surgió el amor, al que el ya maduro escritor se entregó con entusiasmo. Pero la dicha duró poco: Helen enfermó de cáncer y murió, dejando a Lewis sumido en el dolor".
El libro se divide en cuatro capítulos. En el primero, el autor comienza describiendo lo inmediato, los síntomas externos del duelo: esa desidia abrumadora que permea todos los ámbitos de su vida, el descuido del aseo personal, el recuerdo permanente de ella en todo lo que hace, la petición de una certeza que confirme que sigue viviendo en el más allá, o la pregunta de dónde está Dios en medio de este sufrimiento.
En el capítulo dos, el autor sube un peldaño en la escalera espiritual. Ante la ausencia física, quedan las imágenes basadas en el recuerdo. La pregunta es: ¿dónde está?. Lewis define la existencia como "un preludio de algo más grande".
En el capítulo tres, se llega a la conclusión de que nuestro dolor terrenal no es puro, no ayuda al difunto: hay que aceptar la realidad, abandonarse a la voluntad de Dios y dejarlo ir.
En el capítulo cuarto, reconocemos los beneficios del sufrimiento, básicamente, el crecimiento interior.
La humildad ante la pobreza de nuestro intelecto, lleva al autor a reconsiderar la doctrina cristiana. El silencio y aparente abandono de Dios tiene justificación. Lewis confirma ese pensamiento durante la reconciliación de su amada con Dios, justo antes de que esta fallezca en su lecho de muerte. Ella dijo, no dirigiéndose a mí, sino al sacerdote: estoy en paz con Dios.
La lectura atenta y meditada de esta obra puede ayudar a reflexionar sobre asuntos importantes de la vida humana. La película "Tierras de penumbra" adolece, quizás, de falta de sentido de la trascendencia y de la fe en la eternidad, que sí contiene el libro de Lewis.
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