De mayo del 68 a la cultura woke



La llamada revolución del 68 se cuenta entre los sucesos más influyentes de finales del siglo XX, y quizá de toda la modernidad: dio lugar a una generación, que nos ha gobernado hasta hoy. Hay quien piensa que lo ocurrido en 1989, el hundimiento del socialismo real, tiene derecho a competir con el 68, pero los últimos años parecen confirmar la mayor hondura y trascendencia del cambio de los sesenta.


 Puede que el aparente fracaso político de aquellos hechos haya engañado a algunos, pero no hubo fracaso, sino efecto retardado. Una de las consecuencias importantes fue la llamada “revolución sexual”: Es un hecho generalizado que la idea de un comportamiento sexual lo menos limitado posible se presenta desde entonces como la base de una vida «digna y libre». No debe ponerse límite a los deseos. Esa podría ser, muy resumida, la idea de la revolución sexual que entonces triunfó y fue imponiendo sus criterios desde el poder en los años siguientes, como símbolo del estándar que debe regir en las sociedades de la abundancia. Piensen, por ejemplo, en películas que hayan visto, rodadas en los últimos cuarenta.



En cuanto a la relación con la cultura woke, cualquier análisis histórico selecciona algunas causas para crear una narración razonable de los hechos, sin que se pueda alcanzar una explicación exhaustiva ni de estos ni de sus orígenes, ni pueda tomarse esa explicación por única o definitiva. Pablo Pérez López presenta aquí una propuesta de comprensión de la relación entre mayo de 1968 y la cultura woke: un tejido de personas, ideas y acontecimientos que se remonta a la crisis del siglo XX y ocupa las últimas seis décadas. Así entiende él cómo han tenido lugar y se han encadenado unos sucesos tan influyentes como aleccionadores para pensar nuestro futuro.


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