La escuela del alma



El último libro de Josep María Esquirol, como los anteriores, es una verdadera fiesta del espíritu, por lo muy

pensado y por lo bien escrito que está; porque se adentra en lo esencial, en el repliegue del sentir y pensar humanos.

Definitivamente Esquirol piensa y hace pensar.

El autor bebe en las fuentes sapienciales, tanto bíblicas como socráticas. “La escuela del alma" es una fascinante invitación para descubrir, partiendo de los cimientos de la educación, el horizonte de una vida madura, fecunda y espiritual. Para él, la escuela es el encuentro con los verdaderos maestros, un encuentro dichoso y fecundo “felices los que encuentran buenos maestros”.

“Felices los que van contra el destino”, citando a Holderlin: “con esperanza, paciencia y silencio,/ vencieron al destino”. Vencieron al destino… porque no hay destino, si por destino se entiende que lo que está por venir ya está escrito, o es el despliegue de una ley inexorable. Para el filósofo catalán  “la libertad no es una espontaneidad arbitraria, no se manifiesta de la misma manera ni con el mismo grado cuando alguien actúa bien que cuando actúa mal. Hacer mal va en la dirección de anular la libertad.

Paso a paso las realidades que nombran palabras como lugar, enseñanza, compañía, atención, mundo, cuidado, contemplación, creación... van iluminando el camino con luz propia y nos descubren nuevos sentidos: cada ser humano se nos revela como origen, y el encuentro, como «un alma que toca otra alma». 

Una vez más, Josep Maria Esquirol, en su búsqueda de la esencia de las cosas, nos plantea una propuesta luminosa y esperanzada en tiempos de desorientación, una rebelión muy singular: la filosofía del amor, del cuidado, de “restablecer la dignidad cuando ha sido dañada o usurpada, restableciendo así la confianza”.


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