La última función
Luis Landero nos ofrece en su última novela una muestra de su asombrosa capacidad narrativa. Sin duda es uno de los mejores escritores españoles del momento. La trama es bastante simple: un Tito Gil maduro hizo su aparición en el bar restaurante del pueblo, en la Sierra de Madrid.Regresaba a su lugar natal el afamado actor, el niño prodigio, la gran promesa teatral que parecía haber triunfado en los escenarios de la capital. Paralelamente el autor nos cuenta la vida de Paula, una mujer que ha visto aplastados sus sueños por la rutina laboral, toma el último tren en Atocha y despierta, sin saberlo, en la estación de un pueblo para ella desconocido. Así se cruzan las vidas de Tito y Paula para una última función.
Luis Landero nos plantea una cuestión a la que parece haberle dado muchas vueltas: la relación entre el arte y la vida. “!Hay muchas historias -dice- que, cada una a su manera, cuentan siempre la misma historia. El caso singular de un vano intento, de un sueño que, tarde o temprano acaba desembocando en la inmisericorde realidad, con todo lo que eso tiene de heroico, de lastimoso, de triste, de cómico, de trágico y hasta de ridículo”.
Es la vida, en el fondo, de dos personas fracasadas por no haber encontrado el verdadero amor. “Quizá el fantasma de fracaso, o al menos el sinsabor, el desencanto, comenzaban ya ensombrecer su ánimo y a minar su antigua fe en el porvenir”. Pero el arte vendrá a redimir estas vidas: porque “Una vez apagadas las luces y encendidos los focos, hecho el silencio, sonarán los acordes de la música, ya no habrá más espacio que el deslumbrante escenario, ni más realidad que la creada por el arte”
Ciertamente es una redención sin trascendencia, porque los personajes viven bajo “la amenaza de lo efímero”, no se puede tener todo; el autor llega hasta donde puede. Pero sin duda nos deja una magnífica novela que hará las delicias de los amantes de la buena literatura.
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