Esos tus ojos misericordiosos



Raniero Cantalamessa nos ofrece otro interesantísimo libro para contemplar y meditar la vida de Jesús. Se suele decir que, con Cristo, la misericordia de Dios se hizo carne. Pero la misericordia de Dios no se hizo carne solo en sentido abstracto y ontológico, es decir, en el sentido de que ha asumido una naturaleza humana. Se hizo carne también en sentido concreto, visible, tangible. 


Cantalamessa se detiene en la contemplación de las miradas, la voz, las manos… los sentimientos del Señor. Asumió ojos humanos para mirar, oídos humanos para escuchar, voz humana para hablar, manos humanas para estrechar y acariciar, rostro y sentimientos humanos para comunicar. 


"La capacidad de escuchar -afirma el autor- crece con la madurez de la persona. Solo quien es maduro sabe escuchar. Jesús era un oyente refinado: escuchaba al Padre, pasaba noches enteras a la escucha de su palabra, que era su alimento; escuchaba a los hombres, veló toda la noche escuchando a Nicodemo; escuchó las peticiones no expresadas de los enfermos, las preguntas ingenuas y a veces inoportunas de los discípulos, el desahogo amargo de los dos de Emaús; escuchaba a su propio corazón: «¡Siento compasión de esta gente, porque son como ovejas sin pastor!». Nada ni nadie pasó junto a él sin ser escuchado. Reservó a todos, incluso a los enemigos, el don de la escucha".


Estas breves reflexiones nos hablan del uso que Jesús hizo de los sentidos y de los miembros de su cuerpo humano para filtrar en el mundo el bálsamo y el perfume de la misericordia del Padre.


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