Alguien a quien mirar



“Estas páginas -afirma Luigi María Epicoco- son un pequeño intento de hablar al bautizado que cada uno es, pues el testimonio no es otra cosa que un bautismo que funciona. La teología lo llama santidad.”


Quien se ha encontrado con Cristo necesita manifestarlo. En esta necesidad se muestra lo mejor del testimonio, ya que este es fruto del exceso, de todo lo que rebosa del corazón. No se puede ser testigo sin entender que lo que cuenta es aferrarse a Cristo con todo nuestro ser, o sería más correcto decir «dejarse aferrar por El».


Solo quien se ha dejado atrapar de este modo por Él se convierte en un haz de Luz en una noche oscura. Solo quien se deja amar así se convierte en alguien a quien mirar. Tiene razón san Pedro cuando escribe: “Y tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana en vuestros corazones”.


Interesante libro dirigido en especialmente a los sacerdotes, pero muy útil también para todos los cristianos, si tenemos en cuenta la llamada universo a la santidad y al apostolado, a pesar de nuestras limitaciones, y conscientes de ser llamados por la misericordia de Dios: 


“Mientras no experimentemos en nuestra vocación la infinita misericordia del Señor, que nos ha acogido como acogió a David, el olvidado, el descartado, o como acogió la vida fugitiva y errante de Moisés y como ha acogido a cada uno de nosotros, no podremos entender el verdadero motivo por el que nos ha llamado a ser lo que somos: no buenos ejemplos, sino testigos”.

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