Confusión de los sentimientos


Stefan Zweig nos cuenta, de un modo intimista, la historia de Roland un joven estudiante que está a punto de abandonar los estudios cuando su padre decide enviarlo a la universidad de una pequeña ciudad de provincias. Allí, un brillante profesor despierta en él una nueva pasión: el amor al saber. 


Deslumbrado, el joven se acerca al maestro y le propone ayudarlo a concluir la gran obra de su vida. El profesor acepta el ofrecimiento, pero pocas veces manifiesta la gratitud que el discípulo ansía y en ocasiones incluso lo trata con una distancia que lo atormenta. Tan devoto como inseguro, Roland se pregunta por qué no es digno del interés de una persona tan maravillosa como el admirado maestro, ¿tan despreciable lo considera? La respuesta, sin embargo, es mucho más compleja y desconcertante de lo que podía sospechar.


La novela describe el torbellino de sentimientos de un joven alumno por el que fuera su maestro, en una relación de amor-odio. Pero  no se limita la a los sentimientos entre maestro y alumno, pues el Berlín de los años 20 albergó una subcultura gay con una fuerza y visibilidad desbordante; fueron numerosos los círculos y salones de intelectuales homosexuales que discutían sobre el tema. 


 La obra es breve, poco más de cien páginas, pero qué intensa; increíble la vorágine de emociones que puede despertar en el lector. Roza lo sublime en todo momento, de un lirismo exacerbado, lleno de imágenes, metáforas y belleza sin entrar en lo “cursi”, te puede gustar más o menos la historia que cuenta, pero, indudablemente, sientes que  esa prosa te ha cautivado.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios es siempre nuevo

Alguien a quien mirar

Castellano