Madame Bovary




«Entre el puñado de libros extraordinarios del siglo XIX que han enriquecido el género de la ­novela como nunca antes ni después, figura, en lugar principalísimo, Madame Bovary.» Mario Vargas Llosa. No se si exagera al hablar se la gran obra de Gustave Flaubert, pero indudablemente la novela está muy bien escrita y plantea una temática poco vista en su época como es la crítica de la burguesía.


Un simple drama local sirvió a Flaubert para iniciar un trabajo de creación «sobre nada»,  que tuvo por fruto una de las novelas capitales de la literatura: con esa nada, Flaubert construyó no sólo un personaje, sino un modelo  de mujer que resume los dramas íntimos de muchas mujeres educadas en sentimientos heredados del romanticismo. 


Emma Bovary, esposa de un médico rural, y enamorada del amor, servirá al novelista para trazar un tipo femenino permanente en el tiempo, utilizando un realismo minucioso que refleja la verdad y afirma la voluntad de perseguir la belleza, en un ambiente de mediocridad humana en el que la ley social del dinero impone sus coacciones, para terminar llevando a Emma a un destino fatal. 


Una obra que sigue teniendo interés en la actualidad ya que tratamos de una mujer inconformista, que se resiste a la monotonía de la rutina diaria y a una forma de vivir impuesta por una sociedad patriarcal, en la que sus ilusiones, sus sueños, no tendrán cabida, se impone la realidad y llega la desilusión.


En realidad, estamos ante una obra que junto a Ana Karenina de Tolstoi y la Regenta de Clarín, contienen el mismo eje principal, que no es otro que el adulterio casi obsesivo, así como la insatisfacción de las protagonistas.


Aunque siempre hay que tener en cuenta, que las circunstancias del momento histórico en cada país y de los tres escritores fuesen diferentes. Sin embargo, la intención de todos ellos sí es la misma, la de criticar la sociedad de su tiempo.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios es siempre nuevo

Alguien a quien mirar

Castellano