La libertad democrática

 


El politólogo Daniel Innerarity nos ofrece en este último libro un análisis de la situación política actual descendiendo más que otras veces al terreno de lo concreto. El estudio tiene luces y sombras, pero ayuda a entender algunas cuestiones y desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad.

Tomando como hilo conductor la idea de libertad, este libro analiza el futuro de la democracia y los nuevos paisajes ideológicos, ofrece algunas claves para entender el comportamiento de sus actores, se pregunta qué dimensiones de la sociedad debemos democratizar y cómo afrontar las crisis a las que nos enfrentamos.

Sobre la libertad hace un análisis certero: "Desde hace algunos años las derechas, que habían sido principalmente defensoras del orden, la tradición y la estabilidad, han ido adoptando discursos que defienden una libertad entendida como propiedad meramente individual, en el sentido liberal e incluso libertario. Apelan cada vez más a una libertad que parece desconocer, por un lado, hasta qué punto su ejercicio depende de ciertas condiciones sociales (en virtud de las cuales unos la disfrutan más que otros) y, por otro, la reivindican como desvinculada de sus obligaciones sociales (lo que nos eximiría de tener en cuenta el impacto de nuestras acciones en la sociedad).

En cuanto al sistema democrático el autor se muestra muy optimista: "una sociedad está bien gobernada cuando resiste el paso de malos gobernantes. Estos doscientos años de democracia han configurado precisamente una constelación institucional en la que un conjunto de experiencias ha cristalizado en estructuras, procesos y reglas que proporcionan a la democracia un alto grado de inteligencia sistémica, una inteligencia que no está en las personas, sino en los componentes constitutivos del sistema".

Con respecto a la crisis afirma que estamos en un sistema de permanente crisis, la crisis se ha convertido en una constante epidemia: "No estamos en medio de una crisis (ni siquiera de varias, como suele asegurarse, por ejemplo, con el término sindemia); no vivimos en una sociedad en la que hay contagios, sino en una sociedad contagiosa; estamos en un mundo epidémico y no tanto en un mundo en el que irrumpen de vez en cuando las epidemias, de inestabilidad financiera sistémica más que de crisis económicas ocasionales. Creo no exagerar si afirmo que no estamos preparados para vivir y gobernar un mundo en el que no hay crisis, sino que es crítico, cuyas sociedades y Gobiernos viven en medio de una inestabilidad mayor de la que son capaces de gestionar".

Menos claro o acertado me parece el ver la verdad como un peligro para la democracia: John Rawls recordaba que cierta concepción de la verdad («toda la verdad») es incompatible con la democracia porque en una democracia la verdad posible es parcial, limitada, compartida, provisional y discutible". El concepto de "verdad posible" me parece que induce a la confusión y al relativismo. Creo que nadie debe sentirse en posesión exclusiva de toda la verdad, pero de ahí a afirma que la verdad es incompatible con la democracia me parece peligroso. Tampoco me parece clarificador hablar de un conflicto escuela-familia. "No entiende la escuela quien la concibe como una mera prolongación de la familia, cuando es un lugar de transición hacia el mundo". Es cierto que los jóvenes deben seguir un proceso de socialización, pero esto no priva a la familia de ser la principal responsable de la educación de los hijos.


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