Finanzas que sirven y finanzas que engañan

 



















Paul H. Dembinskiprofesor de la Universidad de Friburgo (Suiza), es el fundador y director del Observatoire de

la Finance (www.obsfin.ch), un think tankcuya misión es la promoción de la ética y el bien común en el seno de las actividades financieras.

Es además editor de la revista Finance & the Common Good/Bien Commun y autor de

numerosos libros y artículos científicos sobre las finanzas, las transformaciones sistémicas

y la internacionalización de las empresas. 


El título de este libro es lo suficientemente sugerente para reflexionar acerca de las crisis

financieras que ha atravesado la economía mundial en los últimos decenios y, especialmente,

de la grave crisis actual. Durante los últimos treinta años, las finanzas han aumentado su

influencia no sólo en la actividad económica, sino también en la cosmovisión de la gente

y sus aspiraciones. A esta práctica y proceso conceptual la llamamos «financiarización».

La financiarización ha transformado nuestra economía y nuestra sociedad centrándolas

cada vez más alrededor de la búsqueda de la eficiencia financiera. 


El autor cita una interesante reflexión que ya hizo Jacques Maritain en 1930 sobre  “La fecundidad del dinero”:

«En las páginas que esperamos escribir para completar el presente estudio, intentaríamos

precisar el sentido en que se emplea aquí esta expresión. Hoy nos contentaremos con la

explicación más breve.

¿Nadie ha pretendido que el dinero sea fecundo por sí mismo? Indudablemente, no.

Por otra parte, ¿es un mal que el dinero permanezca improductivo? Indudablemente, no.

Lo que queremos decir es algo diferente.

En teoría y en abstracto, se concibe fácilmente un régimen de asociación entre el dinero y

el trabajo productivo, en el cual el dinero invertido en una empresa representa una parte de

propiedad de los medios de producción y sirve de alimento a la empresa; con el se procura

equipamiento material y los recursos materiales de los que tiene necesidad, de suerte tal que

si la empresa es fecunda y produce beneficios, una parte de esos beneficios regresará al capital.

Esquema irreprochable.

En realidad y en concreto, ese mismo e irreprochable esquema tunciona de un modo muy

diferente, y de una manera perniciosa. En los juicios humanos que modelan el régimen

económico, los valores, en efecto, se han invertido, por más que el mecanismo fundamental

conserve la misma configuración. En lugar de ser considerado un simple alimento que sirve al

equipamiento y al reavituallamiento materiales de un organismo vivo que es la empresa de

producción, es el dinero el que se considera organismo vivo, mientras que la empresa con

sus actividades humanas pasa a ser alimento e instrumento de él; de esta forma, los beneficios

no son ya el fruto normal de la empresa alimentada por el dinero, sino el fruto normal del

dinero alimentado por la empresa. Esto es lo que llamamos la fecundidad del dinero. Inversión

de los valores cuya primera consecuencia es que los derechos del dividendo tengan primacía

sobre los del salario, y que toda la economía esté situada bajo la regulación suprema de las

leyes y la fluidez del signo dinero, de forma que los bienes útiles tienen primacía sobre el

hombre».


Hoy en día, esta tendencia, llevada a su extremo, se está acercando a su punto de ruptura.

Sin embargo, en una sociedad basada en valores fundamentales como el libre pensamiento,

la responsabilidad y la solidaridad —que forman parte del bien común— el cambio es todavía

posible. Este extraordinario libro, basado en diez años de trabajo en el Observatoire de la

Finance, proporciona un tratamiento lúcido y vanguardista sobre el proceso actual de

financiación de la economía global y ofrece soluciones aplicables sobre lo que debería hacerse

para reorientar la tendencia presente. 

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