Consejos para el progreso espiritual

 


Uno de los descubrimientos que he realizado en los últimos meses es la obra de Ricardo Sada, sacerdote argentino con gran maestría en el arte de la predicación y la guía espiritual. Son pocas sus obras publicadas, pero tienen esa profundidad y sencillez al mismo tiempo que caracterizan a los autores que conocen bien aquello de lo que hablan.


El presente volumen trata un tema clásico de la espiritualidad: el crecimiento espiritual, muchas veces tratado por autores clásicos bajo la idea de “las edades de la vida interior” o similares. En este caso la lectura, con un lenguaje actual, se hace amena y la relativa brevedad de la obra la pone al alcance de un público amplio.


El libro trata de indicar el camino que conduce a la contemplación a la que estamos llamados todos los cristianos, pero recordando que, para llegar a esa meta hay que recorrer un camino que consta de distintas etapas:


“Es designio de Dios que ninguna creatura viva reciba desde el principio la perfección a que está llamada: el cambio forma parte de nuestra naturaleza. Solo Dios puede decir: Yo, Yahveh, no cambio. Detenerse es decaer: «Quien no crece y va adelante, vuelve atrás». «Quien no avanza, retrocede» (San Bernardo).. 


Infancia, adolescencia, edad adulta. Santo Tomás compara las etapas de la vida espiritual con las de la corporal. Los principiantes o incipientes son niños. Los aventajados o proficientes, jóvenes. Quienes han alcanzado mayor desarrollo —un cierto grado de perfección—, adultos. Pero, ¿qué caracteriza cada etapa? De manera simplificada —en realidad, muy simplificada—, diremos que la infancia es la etapa de la obligación. La juventud, la de las virtudes. Y en la edad adulta, lo que rige es el amor. Pero apresurémonos a decir que la clasificación no es rígida: el incipiente o el proficiente se mueve también por el amor, y en el perfecto debe continuar, y con mayor exigencia, el ejercicio de las virtudes”.


También hace una clara distinción entre ascética y mística:

"La etapa de los adelantados se caracteriza por la vía ascética y la de los perfectos por la vía mística. Esta terminología era desconocida para los Santos Padres y los teólogos medievales. La vida espiritual se concebía como un todo. En el siglo XVIII se hará una clara distinción, «La ascética es la ciencia que dirige a las almas a la perfección por los caminos ordinarios de la gracia; se diferencia de la mística en que esta conduce a la misma perfección, pero según los caminos extraordinarios de la gracia»". 


Parecería que la ascética fuera para el común de los cristianos mientras que la mística o contemplación se reservaba para quienes iban por caminos extraordinarios. No era ya la mística un momento del desarrollo progresivo de la gracia santificante, sino la constatación de fenómenos espectaculares: éxtasis, levitaciones, estigmas, raptos, toques sustanciales... Afortunadamente, una controversia larga y provechosa sobre esta distorsión, tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX, produciendo fructíferas clarificaciones. El Catecismo de la Iglesia Católica salió definitivamente al paso reafirmando la doctrina de siempre: «El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama ‘mística’, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos —“los santos misterios”— y, en él, en el misterio de la Santa Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con él, aunque gracias especiales o signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para así manifestar el don gratuito hecho a todos»


Conclusión: la contemplación es una meta para todos porque todos estamos llamados a la santidad que es contemplación y unión mística con Jesucristo. En fin, como se puede ver , se trata de un libro francamente interesante para todos aquellos que se plantean avanzar en su vida interior. Por cierto, tiene una página web donde publica sus meditaciones diariamente (https://medita.cc/).



Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios es siempre nuevo

Alguien a quien mirar

Castellano