Pastores y pescadores

 


Magnífico libro de Raniero Cantalamessa  el publicado en castellano el 2022. Se trata de unos ejercicios espirituales predicados a

obispos en Chicago en enero de 2019, a petición de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.

Asistieron más de 200 obispos. la dinámica de este retiro, que duró seis días completos se centraba

en cuatro intervenciones diarias del padre Cantalamessa, a saber:


1. Lectio divina, comentando un pasaje del Evangelio;

2. Meditación de la mañana;

3. Meditación de la tarde;

4. Una hora eucarística con comentarios eucarísticos del predicador.


El predicador comienza hablando de la conversión, y para ello comenta un texto de “Evangelii gaudium”, nº 3: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora

mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse

encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.

No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque

«nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor».

Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús,

descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.

Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras

escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo.

Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».

¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más:

Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia.

Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una

y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable”.


Otro importante documento citado es la Carta apostólica “Novo Millenio ineunte” de Juan Pablo II (2000), sobre todo  para hablar de la comunión: 42. «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a

los otros» (Jn 13,35). Si verdaderamente hemos contemplado el rostro de Cristo, queridos hermanos

y hermanas, nuestra programación pastoral se inspirará en el « mandamiento nuevo »

que él nos dio: « Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los

otros » (Jn 13,34).

“Otro aspecto importante en que será necesario poner un decidido empeño programático,

tanto en el ámbito de la Iglesia universal como de la Iglesias particulares, es el de la comunión (koinonía), que encarna y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia. La comunión es el

fruto y la manifestación de aquel amor que, surgiendo del corazón del eterno Padre,

se derrama en nosotros a través del Espíritu que Jesús nos da (cf. Rm 5,5), para hacer de todos nosotros « un solo corazón y una sola alma » (Hch 4,32). Realizando esta comunión de amor, la Iglesia se manifiesta como «sacramento»,

o sea, «signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano»”(42).

(...) “Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la

comunión,  proponiéndola como  principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre

y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los

agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades.

Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo

hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser

reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.

Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe

en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como «uno que me pertenece»,

para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender

a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” (43).

Por último copiamos otra cita de “Evangelii gaudium”, nº 164-165, comentada por Cantalamessa a propósito de la centralidad del “Kerigma” en la catequesis de la Iglesia:

“Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer

anuncio o «kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de

renovación eclesial (...) Cuando a este primer anuncio se le llama «primero»,

eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros

contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el

anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y

ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo

de la catequesis, en todas sus etapas y momentos. Por ello, también «el sacerdote,

como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser

evangelizado».

“No hay que pensar que en la catequesis el kerygma es abandonado en pos de una formación supuestamente más «sólida». Nada hay más

sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio.

Toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor, que nunca deja

de iluminar la tarea catequística, y que permite comprender adecuadamente

el sentido de cualquier tema que se desarrolle en la catequesis”.

 



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