Lluvia fina

 


Nos ofrece aquí Luis Landero una novela psicológica trepidante.


Sinopsis. Tras mucho tiempo sin apenas verse ni tratarse, Gabriel decide llamar a sus hermanas y reunir a toda la familia para celebrar el 80 cumpleaños de la madre y tratar así de reparar los viejos rencores que cada cual guarda en su corazón, y que los han distanciado durante tantos años. Aurora, dulce y ecuánime, la confidente de todos y la única que sabe hasta qué punto los demonios del pasado siguen tan vivos como siempre, trata de disuadirlo, porque teme que el intento de reconciliación agrave fatalmente los conflictos hasta ahora reprimidos. Y, en efecto, la primera llamada de teléfono desata otras llamadas y conversaciones, inocentes al principio y cada vez más enconadas, y de ese modo iremos conociendo las vidas de Sonia, de Andrea, de Horacio, de Aurora, del propio Gabriel y de la madre, y con ellas la historia familiar, desde la infancia de los hijos hasta la actualidad. Tal como temía Aurora, las antiguas querellas van reapareciendo como una lluvia fina que amenaza con formar un poderoso cauce al límite del desbordamiento.


La novela comienza y termina con Aurora, que en realidad es el personaje principal, la confidente de todos: “¿Qué habrá en Aurora que despierta enseguida la confianza de la gente y las ganas de sincerarse con ella y de contarle fragmentos antológicos de su vida, secretos que acaso el narrador no ha revelado nunca a nadie? Pero a ella sí. A ella todos le cuentan, todos la quieren, todos le agradecen su comprensión, su manera tan dulce, tan consoladora de escuchar. Quizá sea un don innato y casi milagroso, porque quien la mira no puede dejar de sonreír, de dirigirse a ella para preguntarle cualquier minucia, cómo se llama, cuál es su signo del Zodíaco o su flor preferida, y por ese camino, todos acaban contándole sus pequeñas alegrías, sus logros, sus tropiezos, y finalmente sus grandes infortunios” (Capitulo 1).


“Ahora Aurora ya sabe que los relatos no son inocentes… Todo cuanto se dice queda ya dicho para siempre, y sólo con la muerte se consuma por completo el olvido (…) Son historias, impresiones, conjeturas y sueños, que una vez que se encarnan y fraguan en palabras pasan ya a ser reales (…) Estoy muy cansada, piensa, y es la memoria la que no me deja descansar… Está cayendo una lluvia menuda y helada, la calle está desierta…” (Ultimo Capítulo).

  

Estamos ante un drama en toda regla, lleno de diálogos bellos y terribles. El tema está tan bien retratado, con sus increíbles personajes, tan tangibles y tan nuestros, además de una escritura impecable y con frases redondas, perfectas y coloristas, tanto que da rabia depositar esperanzas en una feliz resolución que cada vez se ve menos viable.


Si bien las otras obras de Luis Landero tienden a incidir en aspectos nostálgicos y de romanticos, “Lluvia fina” traspasa todos estos límites y se adentra por caminos que dejan poco lugar para la esperanza. Ciertamente no es una obra para todos los públicos, pero para las delicias de los seguidores de este gran novelista contemporáneo.

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