La buena letra
La obra se ambienta en los primeros momentos de la postguerra española -con toda su dureza-, donde los recuerdos de una familia republicana sólo pueden ser tristes. Ana le cuenta a su hijo fragmentos de una vida de pequeñas miserias con las que se han tejido las relaciones personales y familiares. El autor renuncia a narrar los grandes acontecimientos históricos para poner su foco de atención en lo íntimo y cotidiano, en las vidas de unos personajes heridos por la traición y la deslealtad.
Para Chirbes, como para Balzac, la novela es la historia privada de las naciones y descubre los mecanismos que funcionan como silencioso motor de la historia, en cuyo devenir toda generación se levanta sobre las cenizas. “La buena letra es el disfraz de las mentiras” afirma el autor en boca de uno de sus personajes, refiriéndose con ello a la narración oficial elaborada por aquellos que ostentan el poder. La obra transmite sentimientos nostálgicos y capta la atención por la fuerza de sus personajes y de sus vicisitudes personales, que bien pueden ser las de muchos españoles de la época.
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