Brevísima historia de España


Henry Kamen, uno de los más conocidos hispanistas ingleses vivos, obtuvo su doctorado en el St. Antony's College, Oxford. Posteriormente ha dado clases en diversas universidades de España y EEUU. En esta obra nos ofrece una valiosa síntesis en apenas 300 páginas. Resumimos algunas ideas de la primera parte del libro con palabras del propio Kamen:


Para empezar se plantea el origen de España. Pasaron siglos antes de que «Iberia», «Hispania» o «las Españas» alumbraran la idea y la realidad de lo que hoy denominamos España. En la Edad Media, se hablaba ya de «España» o de «las Españas» como forma genérica de referirse a la península, y aunque cada región tenía su propio nombre, los extranjeros usaban el término España para describirlos a todos de manera global. «España» no era la denominación de un país real, sino la de una relación entre los diversos reinos en los que se dividía la península ibérica. La primera historia general de verdad de España como nación, amplia en su enfoque, bien informada y de una admirable objetividad, fue la elaborada por el jesuita Juan de Mariana, que la redactó inicialmente en latín, la tradujo posteriormente y la publicó en dos tomos en 1601 con el título de Historia general de España.


En el siglo X , el territorio llamado al-Ándalus era un país de clara mayoría musulmana y se había convertido en el Estado más poderoso y, posiblemente, más civilizado de la Europa occidental. La cultura islámica arraigó hasta tal punto en la mentalidad hispánica que dejó de ser extraña para convertirse en una parte imborrable y auténtica de la historia peninsular. La lengua de al-Ándalus era el árabe, por lo que no es de extrañar que su cultura escrita siga siendo relativamente desconocida fuera del mundo islámico. 


Tras las Navas de Tolosa (1212) Los escritores castellanos a esa época «Reconquista», aludiendo así a la existencia de una lucha por recuperar un territorio que siempre les había correspondido por derecho. Pero la palabra «reconquista» es tan inexacta como engañosa, pues los musulmanes tuvieron una presencia dominante en la península durante casi siete siglos, mucho más tiempo que la mayoría de príncipes cristianos, quienes (en la mayor parte de los casos) conquistaron tierras que nunca habían sido suyas. 


la España medieval tendió a generar una clase baja enérgica e independiente, al tiempo que producía una aristocracia sumamente privilegiada y acumuladora de tierras en propiedad. Este relativamente democrático contexto facilitó que los reinos hispánicos fuesen los primeros de Europa en instaurar instituciones representativas mínimamente significativas. Ya a finales del siglo XII , diversas ciudades de León y Aragón habían comenzado a participar en las primeras asambleas «representativas»; la instauración inicial de las Cortes de los reinos hispánicos se adelantó en todo un siglo a la inauguración del primer Parlamento inglés. La herencia constitucional medieval de España es un aspecto relevante de la historia peninsular que deberíamos tener presente cuando veamos que el país tendió posteriormente a regirse por instituciones políticas autoritarias. 


Los diferentes reinos de los territorios hispánicos no comenzarían a formar una unión política estable hasta las décadas finales del siglo XV con los “Reyes Católicos” (título otorgado por el Papa Alejandro VI). El matrimonio no creó (no podía crear) una nueva España unida; esa unificación tardaría aún dos siglos en producirse. En el siglo XV , la palabra «España» hacía referencia (como en tiempos medievales) a la asociación de todos los pueblos de la península y no tenía un significado político concreto más allá del que las palabras «Alemania» o «Italia» podían tener entonces para los pueblos de esas otras naciones. Las coronas de Castilla y Aragón evolucionaron cada una a su modo, y tenían ideales distintos e instituciones diferenciadas.


La obra continúa con la conquista de América y la creación del Imperio con Carlos V, lleno de luces y sombras por el desaforado uso de la violencia. «Nos detestan y odian reconocía un comentarista español en la década de 1590—y todo por culpa de las guerras». Hasta que En 1797, la imposibilidad de proteger América de las agresiones británicas forzó a España a conceder libertad a las colonias para comerciar con potencias neutrales. España perdía así Sudamérica a todos los efectos prácticos y jamás volvería a recuperar el control sobre aquel continente. 


Así, el libro va relatando de manera amena la historia hasta nuestros días, deteniéndose especialmente en acontecimientos de los siglos XIX y XX. Cierran sus páginas dos cuestiones candentes en la actualidad: la estabilidad de la monarquía y la preocupación por la unidad nacional. 


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