El Robinson urbano

Antonio Muñoz Molina es un escritor español, académico de número de la Real Academia Española. En 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En definitiva un autor ya consagrado y situado entre los mejores escritores españoles contemporáneos.


En los años ochenta se estableció en Granada, donde trabajó como funcionario y colaboró como columnista en el diario Ideal; su primer libro es una recopilación de esos artículos y aparece en 1984 con el título El Robinson urbano


El personaje principal, con tintes autobiográficos, pasea y observa la realidad cotidiana de la ciudad de granada. Pere Gimferrer habla así de esta obra personalísima: “lo que más singulariza a “El Robinson urbano” es quizá el modo explícito en que las referencias literarias no sólo constituyen el tejido interior de la estructura del texto, sino que, manifiestamente, aparecen en él en primer término: citas de Pedro Soto de Rojas, Luis de Góngora, Federico García Lorca, Garcilaso de la Vega, Carlos Barral, San Juan de la Cruz (siempre autores en español, pero de cualquier época) se incorporan, sin diferenciación tipográfica alguna, a la escritura de Antonio Muñoz Molina, que presupone así, acaso no sin fundamento, la complicidad de sus lectores, y con ello determina de antemano la naturaleza del público al que se dirige. 


En un terreno análogo se sitúan sus procedimientos estilísticos: en primer lugar, y de modo muy visible, la predilección por el adjetivo inesperado —que lo hermana con Borges— y, lo que es más, por la asociación de dos adjetivos o sustantivos inesperados de por sí e inesperados en su asociación: «música liviana y cruel», «un fondo extraño de violines árabes», «una mujer desdibujada por el paso de los años y la ruina», «en un presente bárbaro y perpetuo» (en este último caso, además, con intertextualidad manifiesta: «El presente es perpetuo» son las palabras iniciales del poema «Viento entero» de Octavio Paz). Llegaremos así fácilmente a la sinestesia («fragancia de umbría»), al verso («los bares tristes del atardecer») y finalmente a la greguería («hay bares tan tristes que sólo los visitan los difuntos», «Sé de una hora de la noche en que todos los taxis llevan un cadáver silencioso en el asiento trasero», «Me han dicho que en la noche de todas las ciudades hay un taxi que conduce a los descampados de la muerte a los viajeros que a él suben»).



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