Seis grandes escritores rusos



Tras un breve panorama de la historia y cultura rusas, Mariano Fazio presenta la vida, la obra y algunos textos significativos de seis de los grandes escritores rusos del siglo XIX: Pushkin, Gogol, Turgenev, Dostoievsky, Tolstoi y Chejov, todo un “siglo de oro de la literatura rusa”. La literatura de todos ellos tiene características comunes, propias: transcurre en el vasto imperio del zar, es crítica, descriptiva, y difícil de igualar en el análisis psicológico de los personajes. Pero sobre todo, busca apasionadamente a Rusia: su personalidad, su historia, su esencia espiritual y su destino. Estos seis autores, todos cristianos, son ya patrimonio de todos los hombres y de todos los tiempos, al seguir descubriéndonos en sus páginas la hondura del ser humano, su miseria y su grandeza. 


«Para mí el hombre tiene que tener una fe, o buscársela. Si no, la vida está vacía… vivir y no saber por qué vuelan las grullas, por qué nacen los niños, por qué existen las estrellas… O se sabe por qué se vive, o la vida es una broma idiota», dice Masha, una de las Tres hermanas de Chéjov. Durante el siglo de oro de la literatura rusa —siglo intenso entre las primeras obras de Pushkin y la muerte de Tolstoi—se formularon continuamente muchas preguntas. No solo giraron en torno a la identidad rusa. Muchas veces, con ocasión de la búsqueda del alma rusa, las preguntas derivaron a problemas más universales: ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿qué nos espera después de la muerte?, ¿por qué sufren sufren los inocentes?, ¿cómo hay que vivir para ser felices? 


Plantearse preguntas de largo alcance es ya un mérito para una cultura determinada. Ofrecer respuestas es aún más meritorio. Las obras analizadas en este pequeño libro han abordado temas esenciales, es decir, que tocan la realidad última de la naturaleza humana. Enumeremos unos cuantos: necesidad de seguir la conciencia recta (Pushkin); sentido de la obra de arte, dialéctica entre lo universal y lo local, cultura del trabajo y corrupción (Gogol); igual dignidad de la persona humana, conflicto generacional (Turgenev). Estos tres autores nos preparan para los “platos fuertes” de la literatura rusa: Dostoievsky y Tolstoi. Las preguntas últimas sobre la existencia humana reciben numerosas respuestas en la multifacética obra del autor de Crimen y Castigo: Kirillov tiene las suyas, que divergen de las de Aliosha o de las del príncipe Mishkin. 


Para Dostoievsky la alternativa es radical: o se vive la vida de cara a Dios, hasta llegar a la identificación identificación con el Dios-Hombre, o se intenta sustituir a Dios con la criatura humana, que se yergue prometeicamente, pero también inútilmente. La libertad arbitraria termina destruyendo al hombre y provocando el caos social. También Tolstoi nos da respuestas convincentes: la vida tiene sentido si la damos a los demás, viviendo el don sincero de nosotros mismos. Lo entendieron así, en sus últimos momentos, Andrej Volkonski, Ivan Illich, Vasilij Andrejc. Hay en Tolstoi otras respuestas al sentido de la vida: la fe en un Dios cercano, que lo presencia todo, llena de paz y de serenidad el alma, y permite contemplar la belleza de la creación y de la vida en un abandono filial y confiado a la Providencia. Así lo aprendió Pierre Bezujov del sencillo Platón Karataev.

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