Historia de la confianza en la Iglesia




José Carlos Martín de la Hoz nos ofrece en este volumen una panorámica de las distintas épocas de la historia de la Iglesia siguiendo el hilo conductor de la confianza, concepto fundamental para muchas instituciones y, de modo muy especial, para la Iglesia. Para el autor “confianza es la capacidad del hombre de entender y comunicar algo lleno de sentido” (J. B. Torelló).

No elude esta obra los momentos de crisis en los que la confianza se ha visto menoscabada: persecuciones, herejías, cismas, polémicas doctrinales, inquisición, etc. Pero nada ha frenado la misión de la Iglesia. “La historia de la Iglesia muestra que reconociendo, valorando y aprendiendo del dilatado pasado se puede afrontar con esperanza el futuro. Como ha recordado el Concilio Vaticano II, la Iglesia camina en este mundo entre gozos y penas. La Iglesia es santa, pero está compuesta en la tierra por pecadores. Gobernada por el Espíritu Santo, llevada por la gracia de Dios, está sin embargo confiada a los hombres que, aunque receptores de los dones del cielo, poseen la libertad de la correspondencia”.

La Iglesia ha recibido el tesoro de la Revelación de Dios a los hombres, y su esfuerzo, a lo largo de los siglos, ha sido y será enseñar a vivir en coherencia con la buena nueva del Evangelio. Pero esa coherencia no solo se exige a los clérigos, sino también al conjunto de los cristianos reunidos en torno a los obispos y al papa. Por eso, el 12 de marzo de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II pidió perdón por los pecados de los cristianos a lo largo de la historia. Pidió perdón y perdonó en nombre de la Iglesia a quienes se acercaron a ella para obstaculizar su tarea. Hemos de pedir perdón porque desde hace veinte siglos los cristianos tenemos el mensaje del Evangelio, la Tradición, y el Magisterio, y a pesar de ello no hemos sido siempre coherentes. 

En estas páginas hemos visto luces y sombras, como sucede cuando se analizan las obras en las que intervienen los hombres, pero también hay más luces que sombras, al tratarse de obras donde interviene Dios. El hecho de escribir sobre la confianza en la Historia de la Iglesia es ya significativo. La Iglesia continúa, a pesar de los errores de nuestros antepasados, porque Dios la ha preservado. Si no fuera así habría desaparecido.

“La mejor apología de la Iglesia -afirma el autor en las Conclusiones- es estudiar serenamente los documentos. En ellos descubrimos grandezas y miserias; por tanto, no tienen sentido las leyendas negras: estas pueden definirse como la manipulación de unos hechos históricos verdaderos, mezclándolos con exageraciones partidistas con el fin de atacar a la Iglesia de hoy con los errores del ayer. Pero tampoco tienen cabida las leyendas rosas, exagerando u ocultando los errores, las incoherencias, y narrando unas vidas imposibles de imitar”. 

La Iglesia es, por deseo de Dios, lugar de perdón y de misericordia; los infinitos tesoros de la Redención de Jesucristo Salvador llegarán a todas las generaciones de cristianos y a todos los hombres que tengan la humildad de reconocer sus pecados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios es siempre nuevo

Alguien a quien mirar

Castellano