La consolidación de las libertades


Siempre me resulta sugerente leer a Gonzalo Redondo, en este caso he acudido al vol. XII de la Historia Universal de EUNSA redactado por él. Encontramos aquí una brillante explicación del liberalismo económico y el nacimiento del capitalismo.

El liberalismo económico descansa en el valor absoluto que se atribuye a la libertad humana. Dado esta valor absoluto, todo lo que de él derive será lo mejor para el hombre. También en el orden económico. No hay que olvidar que los economistas liberales clásicos, como Adam Smith, no fueron puramente liberales; no fueron liberales doctrinarios como sus sucesores del siglo XIX. Aceptan algunas intervenciones del Estado. Si defendieron a ultranza la iniciativa privada, realizaron esta defensa para el mejor logro de los intereses generales. Fue la consideración filosófica del valor absoluto de la libertad humana la que introdujo en el liberalismo económico la idea del bienestar individual como fin único de su actividad, aunque se pretendiera paliar esta afirmación radical con el argumento de que sería la búsqueda del bien -o de la felicidad- individual lo que, sin más, aseguraba la felicidad de todos.

El liberalismo económico del siglo XIX, en virtud de su racionalismo naturalista, creyó en las fuerzas auterregeneradoras de la Naturaleza y en la conveniencia de que el mercado estuviera estrictamente regulado por la competencia. Sería por medio de esta competencia -aquí el paralelismo con el evolucionismo sería muy sugerente- como se llegaría a la selección de los más capaces. Quedaría así asegurada la aceleración del proceso técnico. Para este planteamiento la ética o la justicia no tenían mucha cabida en la economía. Habría supuesto la admisión de una norma común y superior a todos. La consecución del bien común se entendía como un logro automático en la medida en que cada cual buscara su bienestar particular.

Podríamos hablar de centros del liberalismo económico: la libertad máxima del individuo, que sería lo mejor tanto para el individuo como para la sociedad; y el mantenimiento de instituciones y prácticas políticas que fomentasen esa libertad ilimitada. Una vez más aparecen las consecuencias de una determinada manera de entender lo que es el hombre. Cabe así llegar a la siguiente definición del liberalismo económico: una creencia en un sistema de ideas y prácticas que tienen como objetivo lograr una libertad máxima para el individuo como media para alcanzar el bien de todos.

Puesto que el liberalismo económico parte del rechazo de toda norme en el ejercicio de la libertad, se encontró imposibilitado para establecer la norma que marcase cuándo un hombre debería considerar satisfechas sus necesidades. El lugar de la satisfacción de las necesidades naturales fue ocupado por la ganancia igualmente natural dentro de la dinámica del sistema. El factor esencial pasó a ser la constitución de capital. Cuando la búsqueda de capital se convirtió en un fin, el liberalismo económico se encontró en su seno con el capitalismo. Recordemos que estamos en el siglo XIX ante el nacimiento del capitalismo clásico o industrial.

Gonzalo Redondo

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