Introducción al cristianismo


Estamos ante una de las obras más conocidas de Joseph Ratzingerexcelente y moderna interpretación de los cimientos del cristianismo a través de una reflexión sobre el “Credo de los Apóstoles”.

¿Qué es el cristianismo? Responder a esta pregunta constituye el objetivo fundamental del libro y para ello nada mejor que centrarse en uno de los textos de referencia para la Iglesia Universal: el Credo, en el que la comunidad cristiana ha sintetizado su fe. El texto de la profesión de fe cristiana, fijado en los comienzos del cristianismo, por ser experiencia vivida de la fe, requieres sucesivas reinterpretaciones con el paso de los siglos; no se trata de que esta fe cambie sustancialmente, sino de que sea inteligible a los creyentes de cada época histórica.

Ratzinger es plenamente consciente de los retos que la modernidad plantea a la Iglesia (este tema será ampliamene tratado en el Concilio Vaticano II), y por eso plantea con valentía “los dilemas de la fe en el mundo de hoy”, una época en la que parecen estar en pugna los conceptos de “tradición” y “progreso”. Mientas que unos cristianos encuentran en la “tradición” un refugio seguro ante los cambios otros la ven como algo superado, viendo en el progreso la auténtica promesa del ser abierto al futuro.

La irrupción del pensamiento moderno tiene un primer estadio en el historicismo. Gianbattista Vico (+1744) será pionera al plantear el problema de la verdad de un modo nuevo: a la ecuación de la escolástica “verum est ens” (el ser es la verdad) contrapone el “verum quia factum”: lo único que podemos conocer como verdadero es lo que nosotros mismos hemos hecho. Aquí comenzaría para Ratzinger el espíritu moderno. Un siglo después este principio será consagrado por Marx en una expresión que se ha hecho clásica: “Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

Para profundizar en estas cuestiones no se nos puede ahorrar la lectura atenta de las trescientas páginas de “Introducción al cristianismo”. Para determinar el lugar del cristiano en el mundo, según el autor, el teólogo consideraba preciso una catequesis que explicase, en primer lugar a los fieles y en segundo término al resto del mundo, en qué consiste la profesión de fe cristiana. Y es aquí precisamente donde se vuelve necesaria la participación de la ciencia teológica. Ahora bien:

“La teología no cumple con su cometido cuando se queda exclusivamente en sí misma y en su erudición, y se equivoca todavía más cuando busca «una doctrina según sus gustos» (2 Tim 4, 3), cuando en vez de pan ofrece piedras, cuando en lugar de la palabra de Dios propone la suya”.

El interés por la pregunta sobre Dios es permanente. El autor va a insistir, como uno de sus argumentos fuertes en la “inteligibilidad” de la fe y del mundo. Recuerdan esos cosmonautas rusos que fueron al espacio y con algo de sarcasmo llamaron a la Tierra diciendo: "Estamos en el cielo y no hemos encontrado a Dios". Cualquier persona bíblica sabe que nunca encontrarás a Dios de esa manera. ¡Por supuesto que no! Uno no encuentra a Dios en el cosmos que Él ha hecho. Dios es la fuente creadora de todo lo que existe en el cosmos.

En ese libro él formula este argumento y lo que me gusta es que muestra la relación entre la religión y la ciencia. Muy a menudo, esas dos cosas son vistas como enemigas, pero él dice que no, que en su profundidad la religión y la ciencia se unen. He aquí por qué:

¿Qué supone todo científico? No importa que seas un físico, químico, biólogo, psicólogo, o lo que sea, supones que la existencia es inteligible. Eso significa que el mundo puede ser conocido. Mira, incluso el nombre, "Psicología", designa logos. Palabra. El científico sale al encuentro de un mundo que está imbuido de significado. ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo se explica la universalidad de la inteligibilidad del mundo?

Ratzinger dijo que es porque se ha pensado a la existencia. En otras palabras, el mundo no está tontamente allí. El mundo está lleno de logos, está lleno de razón, lleno de una mente. Por eso, cuando entendemos una verdad decimos que "reconocemos" la misma. Ratzinger dice, cierto, la "re-conoces". La vuelves a pensar debido a que ya ha sido pensada, y por consecuencia, traída a la existencia por Dios. El argumenta desde la inteligibilidad objetiva del mundo a la existencia de una gran inteligencia que ha pensado al mundo a la existencia.


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