Inteligencia emocional


INTELIGENCIA EMOCIONAL 
DANIEL GOLEMAN. (nos referiremos a la edición española de Ed. Kairos, 1996 que es la que utilizo)

No creo que exagere si digo que este libro es uno de los más útiles que he leído en las últimas décadas. Golemansostiene que nuestra visión de la inteligencia es estrecha reduciéndose con frecuencia a lo que medimos como Coeficiente de Inteligencia. Ya a principios del siglo XX, Lewis TERMAN inventó los famosos test de inteligencia para determinar el "Coeficiente Intelectual" (CI), con gran éxito en Estados Unidos. Autores posteriores como Howard GARDNERcuestionarán este planteamiento explicando la inteligencia como una capacidad múltiple. GARDNER llega a hablar de siete tipos de inteligencia: verbal, lógico-matemática, musical, espacial, de destreza corporal, interpersonal e intrapersonal. 
Al hablar de inteligencia se olvida, con frecuencia, un amplio abanico de capacidades esenciales para la vida, soslaya lo que GOLEMAN llama inteligencia emocional: capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, es decir, gobernar los propios sentimientos y saber interpretar los sentimientos de los demás. Todo esto supone capacidad de...

• motivarnos a nosotros mismos
• perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones
• controlar los impulsos
• diferir las gratificaciones
• regular nuestros propios estados de ánimo
• evitar que la angustia (o el temor) interfiera en nuestra capacidad de razonar
• empatizar (entrar en sintonía afectiva) con los demás
  osted by Picasa Todo esto es mucho más decisivo que el CI para triunfar en la vida (y para ser feliz). Además se puede enseñar a los niños (es parte fundamental de la educación). Ver “Test de las golosinas” (pag. 140).

Veamos brevemente la fundamentación del planteamiento de Goleman. Se basa en la superación del conductismo (Skiner) que afirma que la única faceta psicológica que puede tratarse científicamente es la conducta (no entra en las motivaciones y así se cargan de un plumazo todo rastro de vida interior, incluyendo las emociones) emoción viene del verbo latino movere, e-movere significaría algo así como “mover hacia”.

Su método se basa fundamentalmente en cuatro fases:

1. El conocimiento de las propias emociones
El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, es la piedra angular de la inteligencia emocional. La incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos nos deja completamente a su merced.

2. La capacidad de controlar las emociones
El conocimiento de las propias emociones es básico para poder gobernarlas, es decir, alcanzar la capacidad de tranquilizarse a uno mismo, de superar la ansiedad, la tristeza, etc.

3. La capacidad de motivarse uno mismo (ver Esperanza p. 149)
El control de la vida emocional y la subordinación a un objetivo resulta esencial para mantener la atención y la motivación en lo que nos conviene. Todo logro supone autocontrol emocional (capacidad de demorar la gratificación y sofocar la impulsividad).

4. El reconocimiento de las emociones ajenas
Lograr la empatía es uno de los grandes objetivos y supone una habilidad para relacionarnos con las emociones ajenas. Es básica para todo tipo de convivencia feliz.

Sobre el conocimiento de las propias emociones, Goleman dice que lo primero es “ser consciente ecuánimemente de uno mismo”: estar atentos a los estados de ánimo (aunque no hagamos nada para reaccionar ante ellos ni los juzguemos siquiera). Es difícil ser ecuánime en esto, por lo que, de entrada es mejor no juzgar. Es importante evitar un error frecuente: siento tal cosa, pero no debería sentir esto: debo desembarazarme de ello, luego no debería pensar en estas cosas. Mejor no pensar. (Siempre es mejor ser consciente de lo que nos pasa) (pág. 87 final). No hay que perder la calma: primero hay que conocer, ya llegará el momento de actuar. También es muy importante hablar: “cuando puedas poner palabras a lo que sientes te apropiarás de ello”.

En cuanto a la capacidad de controlar las emociones, Goleman recurre a la teoría aristotélica del dominio indirecto: atacar las causas. Ante un enfado o arrebato de ira, el primer modo de restar fuerza al enfado consiste en darnos cuenta de los pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo (cuanto antes lo detectemos más fácil será controlarlo). Conviene distraerse o alejarse de la causa del enfado y así frenar la escalada de pensamientos hostiles: enfriar el asunto.

Ante la ansiedad (o cualquier forma de preocupación o temor) pensemos que se trata de evitar el exceso. Un cierto grado de ansiedad es bueno: tensión ante una dificultad (Ver Teoría de la U invertida. Pág 146). El problema surge cuando la preocupación se hace crónica y reiterativa. Cuando el ciclo de preocupación se intensifica y persiste, se ensombrece la capacidad de argumentar, desembocando en arrebatos nerviosos, fobias, obsesiones, compulsiones e incluso ataques de pánico. También suele ocurrir que el mantenimiento prolongado de una situación tensa provoque el agotamiento o la depresión. Se puede cortar el círculo vicioso de la preocupación cambiando el foco de la atención. Las tendencias obsesivas hacen caer con frecuencia en la “espiral de la preocupación” (ansiedad) que hay que cortar como sea. Un modo puede ser adoptar una postura crítica ante los motivos de la preocupación. ¿Qué posibilidades reales hay de que ocurra el acontecimiento temido? ¿Hay algo positivo que pueda hacer al respecto? ¿Realmente me sirve de algo dar vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos?

Elevadores del estado de ánimo
• Reestructuración cognitiva: tratar de ver las cosas desde una óptica diferente (pág 130)
• Ejercicio físico (aerobic, paseos, deportes)
• Desarrollar una afición que distraiga, y sea creativa (jardinería, arte, etc.)
• Ayudar a quienes lo necesitan (pág 130)
• la oración

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