Repensar la paz

Bajo el título de "Repensar la paz" el profesor Jesús Ballesteros, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia, nos planteaba hace unos diez años una reflexión, que considero sumamente acertada, para comprender el fenómeno del terrorismo y de las guerras actuales.
Parte el autor de la idea de que el concepto de guerra ha cambiado sustancialmente, haciéndose necesaria una actualización de la valoración sobre lo considerado como “guerra justa”. Los autores clásicos destacaban dos requisitos necesarios para justificar el uso de la violencia.

En primer lugar el
 “ius ad bellum”, basado en la existencia de una causa justa para iniciar las hostilidades, como puede ser una agresión actual. El artículo 2, párrafo 4 de la Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, habla de que sólo la guerra defensiva podrá considerarse justa.
En segundo lugar, el
 “ius in bello”, o exigencias éticas que deben darse una vez iniciadas las hostilidades y que si no se respetan harían ilegítima una guerra, aun en el caso de iniciarse con una causa justa. Dentro del “ius in bello” encontramos dos principios fundamentales:

1. La distinción entre combatientes y no combatientes (los segundos no podían ser víctimas de la violencia)
2. El principio de proporcionalidad entre las vidas salvadas y las vidas destruidas.

Desgraciadamente estos requisitos del “ius in bello” han ido desapareciendo progresivamente a lo largo del siglo XX, sobre todo en la 2ª Guerra Mundial, donde casi 2/3 de las víctimas fueron civiles, llegándose en los conflictos más recientes a una cifra que se aproxima al 90% de víctimas civiles. Todo esto hace que, en la actualidad, sea muy difícil poder hablar de guerras justas. El profesor Ballesteros plantea también una visión del terrorismo como uso de la violencia dentro de esta dinámica de negación del “ius in bello”. Reproducimos a continuación unos párrafos del Capítulo I del libro:
La acción terrorista supone la voluntad de provocar la muerte de personas civiles no combatientes, lo que significa el máximo desprecio del “ius in bello”, pero resulta difícil de diferenciar de otras formas de violencia, en las que se produce igualmente tal desprecio, como son los bombardeos de poblaciones civiles. Precisamente, el origen del terrorismo o asesinato indiscriminado de personas se encuentra en los bombardeos sobre ciudades, el primero de los cuales parece ser el producido en la Guerra Civil española, por 43 aviones de la Legión Cóndor en Guernica el 31 de mayo de 1937, durante cuatro horas y causando la muerte de 1.600 personas. Los bombardeos sobre ciudades continuaron con los llevados a cabo por los nazis sobre Londres y después por los aliados sobre Alemania y posteriormente en Stalingrado, Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, hasta el reciente sobre Bagdad, titulado significativamente “Shock and awe” (Conmoción y pavor).
La consideración del bombardeo de ciudades como origen del terrorismo ha sido señalada por un autor tan ponderado como Walzer. «El terrorismo -escribe- no apareció históricamente hasta después de los bombardeos masivos de la Segunda Guerra Mundial, que causaron daños enormes entre la población civil» Y ¿qué otra cosa sino terrorismo son la utilización de las armas con uranio empobrecido, las armas de racimo, que causan daños indiscriminados? Sólo en situaciones de grave emergencia puede justificarse el bombardeo de las ciudades, como en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, escribe Rawls «cuando el Reino Unido luchaba en soledad contra el régimen nazi, debido al peligro que representaba para la democracia y el Estado de derecho, pero tal peligro había desaparecido en el bombardeo de Dresde, ordenado por Churchill en 1945, después de la rendición de Alemania». Mas injustificable todavía sería el bombardeo con armas nucleares de Hiroshima y Nagasaki ordenado por Truman, quien debió haber ofrecido el armisticio a Japón, y no haber bombardeado. El recurso a los bombardeos se debió al desprecio del “ius in bello” en aquella época, en la que parecía pensarse que la justicia de la causa justificaba el empleo de cualquier medio. De este modo se desvirtuó el uso de la fuerza aérea, que sólo debería utilizarse para apoyar al Ejército o a la Armada, en tierra o en el mar, y nunca para bombardear poblaciones.

La violencia terrorista supone la negación total del “ius in bello”, puesto que dirige sus ataques a cualquier persona indiscriminadamente. Pero el terrorismo ha sido precedido por el terrorismo de Estado, como hemos visto, y más concretamente, en los últimos tiempos, el terrorismo de Al Quaeda ha sido precedido por los bombardeos sobre Iraq en la primera Guerra del golfo, que causaron 100.000 muertos, bombardeando 54 días seguidos, utilizando bombas con uranio empobrecido y por el bloqueo posterior que causó la muerte de miles de niños y enfermos. Los bombardeos, el desprecio de los daños colaterales, y en general del “ius in bello” son el peor modo de luchar contra el terrorismo, ya que constituyen a su vez otra forma de terrorismo. Como ha recordado el alcalde de Hiroshima, Todotashi Akiba, el 6 de agosto de 2004, con motivo del 59 aniversario del bombardeo. Estados Unidos no ha firmado el Tratado de no proliferación de armas nucleares y fabrica ahora armas nucleares más pequeñas y manejables, lo que provoca que otros quieran imitarle. De este modo se explica que los bombardeos efectuados por Estados Unidos sobre Afganistán e Iraq no hayan logrado pacificar ambos países, sino que hayan intensificado la violencia en ambos casos. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó en 1974 una importante resolución (la 3314) que declaraba «el bombardeo de un territorio como un acto de agresión» A ella deberían atenerse siempre todos los estados.

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