¿Es razonable ser creyente?



La pregunta sobre Dios sigue estando de actualidad. Sigue interesando. Es una cuestión que interpela desde siempre al hombre, que planea sobre él desde que es consciente de su propia existencia, desde que empieza a pensar y se interroga sobre su origen, su destino final y sus motivaciones.

¿Por qué creer? ¿Para qué sirve creer? ¿Está el creyente mejor preparado ante los grandes problemas de la vida, para hacer frente al enigma del mal y de la muerte? ¿Por qué creer en la Iglesia? ¿Cuál es la verdad sobre las páginas más difíciles de su historia? ¿Debe aceptarse todo lo que dice sobre ética sexual?

Este libro trata de dar respuesta a esas y otras muchas preguntas. Pretende aportar un poco de luz a todas esas cuestiones. Una luz procedente del sentido común, de lo que enseñan el entendimiento y el corazón, para ayudar al hombre a encontrar razones para vivir con paz y esperanza. Alfonso Aguiló Pastrana es ingeniero de caminos (1983) y PADE del IESE (2008). Ha sido once años director de Tajamar y actualmente es Presidente de la Fundación Arenales, que ha promovido un nuevo grupo de centros de enseñanza en España. 

Se responde en este libro a cincuenta cuestiones sobre la fe y la Iglesia católica que muchas personas se hacen hoy. Algunas son preguntas de siempre, como el enigma del mal, el valor histórico de los evangelios o si todas las religiones son igualmente válidas; otras son objeciones históricas a la Iglesia (la Inquisición, el caso Galileo...) o a exigencias morales de la doctrina católica.
El pensamiento de Dios ronda la mente del hombre desde tiempo inmemorial. Aparece con terca insistencia en todos los lugares y todos los tiempos, hasta en las civilizaciones másarcaicas y aisladas de las que se ha tenido conocimiento. No hay ningún pueblo ni período de la humanidad sin religión. Es algo que ha acompañado al hombre desde siempre, como la sombra sigue al cuerpo. 
La existencia de Dios se presenta como la más grande de las cuestiones filosóficas. Y -como apunta J.R.Ayllón- no por su complejidad, sino por presentarse ante el hombre con un carácter radicalmente comprometedor. 
Cuando vemos un libro, un cuadro, o una casa, inmediatamente pensamos que detrás de esas obras habrá, respectivamente, un escritor, un pintor, un arquitecto. 
Y de la misma manera que a nadie se le ocurre pensar que el Quijote surgió de una inmensa masa de letras que cayó al azar sobre unos pliegos de papel y quedó ordenada precisamente de esa manera tan ingeniosa, tampoco nadie sensato diría que aquel edificio "está ahí desde siempre", ni que ese cuadro "se ha pintado solo", o cosas por el estilo. No podemos sostener seriamente que el mundo "se ha hecho solo", o "se ha creado a sí mismo": son incongruencias que caen por su propio peso. En fin, que parece claro que es mas razonables ser creyente que no serlo.

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