Entra en tu corazón
Ya he hablado aquí de Enzo Bianchi, auténtico maestro de
oración. En esta breve obra nos habla de un aspecto importante de la plegaria:
la escucha. Para Bianchi la oración del corazón queda sintetizada en esa
escueta fórmula del peregrino ruso: “Señor
Jesucristo, ten compasión de mí”, petición que “debe abrir el corazón a
quien te rodea, en particular al contexto eclesial en que estás inserto. De
otro modo se quedaría en una mera fórmula de autosatisfacción”.
La verdadera sabiduría nace de la humildad. Tenemos el
ejemplo precioso del joven Salomón, que sucede a su padre David como rey de Judá. Quiere empezar su reinado con
un acto de culto a Dios, por lo que acude a Gabaón para ofrecer un sacrificio,
pero la noche anterior tiene un sueño. El Señor se le aparece y le dice:
“Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Es una oferta fabulosa. Salomón podía
haber pedido muchas cosas: seguridad, fuerza, éxito, victorias sobre sus
enemigos… pero, en cambio, pide simplemente “un corazón que escuche” (1 Re
3,9). Pide algo que agrada a Dios de un modo especial: esa sabiduría que
consiste en la capacidad de escucha. Quizá sea éste el mayor don que podemos
pedir a Dios.
La madurez espiritual se alcanza después de un arduo trabajo
de crecimiento interior, Bianchi lo ilustra con una anécdota. Se cuenta del rabí
Sussja que poco antes de moris exclamó: “El día del juicio no me preguntarán
¿Por qué no has sido Moisés? Sino ¿Por qué no has sido Sussja?”. Esto es lo
importante, ser fiel a lo que estamos llamados a ser y compartir lo mejor de
nosotros mismos.
Termina este pequeño ensayo remontándose al siglo XVIII, en
la gran cartuja de Grenoble, donde fue prior Giugo el Cartujo, de quien cita
estas palabras para explicar la “lectio divina”:
“Cierto día, mientras realizaba el
trabajo manual, me puse a reflexionar sobre el ejercicio espiritual. Entonces
se presentó de improviso a mi mente la escala de los cuatro grados
espirituales, a saber, la lectura, la meditación, la oración y la contemplación…
La lectura es la cuidadosa inspección de las Escrituras, realizada con espíritu
atento. La meditación es el trabajo de la mente estudiosa, que con la ayuda de
la razón investiga la verdad oculta. La oración es el impulso amante del corazón
hacia Dios, pidiéndole los verdaderos bienes. La contemplación es como una elevación
sobre sí misma del alma, que saborea las alegrías de la dulzura eterna”.
Estupendo tu blog, te agregué a mis preferidos https://citasdelacasa.blogspot.cl/
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