La paz interior
El hecho de haber superado las 20 ediciones en lengua
española hacen de Jacques Philippe es uno de los grandes escritores de
espiritualidad de nuestro tiempo.
Vivimos una época de confusión e inquietud. Esta tendencia se
manifiesta incluso en nuestra vida espiritual: nuestra búsqueda de Dios, de la
santidad y del servicio al prójimo es, con frecuencia, agitada y convulsa, en
lugar de ser confiada y pacífica. Pero ¿qué hacer para superar los momentos de
angustia y de temor, conservando la confianza y el abandono? Es lo que nos
enseña este breve tratado sobre la paz interior.
A través de
situaciones concretas de la vida cotidiana, el autor nos invita a reaccionar
según el Evangelio: “hemos de estar plenamente convencidos de que todo el bien
que podamos hacer viene de Dios y sólo de Él ‘sin Mi no podéis hacer nada? Ha
dicho Jesús (Jn 15, 5)”. Este es
el punto de partida, la humildad, la
conciencia de la propia pequeñez y permitir que la gracia de Dios actúe en
nosotros, y para eso “es de la mayor importancia que nos esforcemos por
adquirir y conservar la paz interior”, siendo conscientes –como dice San
Francisco de Sales- de que “el demonio pone en juego todo su esfuerzo para
arrancar la paz de nuestro corazón”.
“El auténtico combate espiritual –afirma el autor- más que la
lucha por una victoria definitiva o por una infalibilidad totalmente fuera de
nuestro alcance, consiste sobre todo en aprender a aceptar nuestros ocasionales
fallos sin desanimarnos, a no perder la paz del corazón cuando caemos
lamentablemente, a no entristecernos en exceso por nuestras derrotas, y a saber
aprovechar nuestros fracasos para saltar más arriba... Eso es siempre posible,
a condición de que no nos angustiemos y conservemos la paz...”
“el objeto fundamental del combate espiritual, hacia el que debe
tender prioritariamente nuestro esfuerzo, no es conseguir siempre la victoria
(sobre nuestras tentaciones o nuestras debilidades), sino, más bien, aprender a
conservar la paz del corazón en cualquier circunstancia, incluso en caso de
derrota”
El otro pilar sobre el que se edifica la paz interior es el completo
abandono en las manos de Dios: “O nos abandonamos completamente o no nos
abandonamos en absoluto...
Es conveniente hacer un
comentario a propósito del abandono. “Para que sea auténtico y engendre la paz,
es preciso que sea pleno; que pongamos todo, sin excepción, en las manos de
Dios, no tratando de organizar, de «salvarnos» por nosotros mismos en ningún
terreno: material, afectivo o espiritual. No se puede dividir la existencia
humana en secciones: en algunas sería legítimo abandonarse en Dios
confiadamente, y en otras, por el contrario, convendría «desenvolverse»
exclusivamente por uno mismo. Y sepamos una cosa: cualquier realidad que no
abandonemos, que pretendamos organizar por nuestra cuenta sin dar «carta
blanca» a Dios, continuará inquietándonos de un modo u otro.”
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