La agonía del Eros

En el presente
ensayo analiza uno de los aspectos más característcas de la sociedad actual: el
individualismo extremo. La proclamación neoliberal de la libertad se manifiesta
en realidad como un imperativo paradójico: sé libre. Domina una economía de la
supervivencia en la que cada uno es su propio empresario. El neoliberalismo,
con sus desinhibidos impulsos narcisistas del yo y del rendimiento, es el
infierno de lo igual, una sociedad de la depresión y el cansancio compuesta por
sujetos aislados. Los muros y las fronteras ya no excitan la fantasía, pues no
engendran al otro. “El ‘tú puedes’
ejerce incluso más coacción que el ‘tú debes’. La coacción propia es más fatal
que la coacción ajena”.
Dado que el
Eros se dirige a ese otro, el capitalismo elimina la alteridad para someterlo
todo al consumo, a la exposición como mercancía, por lo que intensifica lo pornográfico, pues no conoce
ningún otro uso de la sexualidad. Desaparece así la experiencia erótica. La
crisis actual del arte, y también de la literatura, puede atribuirse a esta
desaparición del otro, a la agonía del Eros. “El amor se positiva hoy –dirá-
como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. Y la
sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de
exposición, equivale a una mercancía (…) en lugar de cercanía surge la falta de
distancia”. El amor se ha convertido en una fórmula de disfrute en la que no cabe
el diálogo, ni la narración, ni siquiera el drama… sólo una emoción fugaz y una
excitación sin consecuencias.
Todo esto conduce a lo que Nietzsche llamó la nueva esclavitud.
Prefiere la salud a la libertad. La salud es elevada a la categoríaa de la “gran
diosa”. El “último hombre” –dirá en “Así habló Zaratustra” venera la salud
porque sólo aspira a sobrevivir. “Nosotros
hemos inventado la felicidad, dicen los últimos hombres mientas parpadean”.
Cuando se sacraliza la mera vida la teología da taso a la terapia y la muerte
ya no encaja en ningún sitio.
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