Desobediencia civil
Henry David Thoreau
(1817 - 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense,
de tendencia trascendentalista
y origen puritano, autor
de Walden y La
desobediencia civil.
¿Puede un ciudadano resistirse a la ley por
cuestión de principios? Esta cuestión, que sigue siendo actual, se la plantea
nuestra filósofo ya a mediados del siglo XIX. En julio de 1846 Thoreau se
encontró con el recaudador de impuestos local, que le pidió pagara seis años de
impuestos atrasados. Thoreau había
rechazado abonar esa suma por cuestión de principios, ya que ese dinero
sufragaría la Guerra
mexicano-americana y un gobierno que defendía la esclavitud. “Ni por un instante puedo reconocer como mi Gobierno a esa organización política
que también es el Gobierno del esclavo”, escribirá en su ensayo Desobediencia
civil. Por ello fue a pasar una noche en la cárcel. El Gobierno de Estados
Unidos acababa de invadir Texas, continuaba exterminando a las poblaciones
nativas, seguía tolerando la esclavitud y negando derechos básicos a las
mujeres. “No es por ninguna particularidad del impuesto por lo que me niego a
pagarlo. Simplemente deseo retirarle mi apoyo al Estado, apartarme de él y
mantenerme al margen de una manera efectiva”, se justificó el autor más tarde;
pero también, admitió estoicamente: “Bajo un Gobierno que encarcela
injustamente, el verdadero hogar para el hombre justo es la cárcel”.
El planteamiento de
esta obra es interesante: “miles de personas están en contra de la esclavitud
(será abolida en 1863, el año siguiente a la muerte de Thoreau), pero de hecho no hacen nada para acabar con ella (…)Incluso
votar por lo justo es no hacer nada por ello. Es tan sólo expresar débilmente
el deseo de que la Justicia debiera prevalecer. Un hombre prudente no dejará lo
justo a merced del azar, ni deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría.
Hay muy poca virtud en la acción de las masas. Cuando la mayoría vote al fin
por la abolición de la esclavitud, será porque les es indiferente la esclavitud
o porque sea tan escasa que no merezca la pena mantenerla.
“Si las
alternativas son encerrar a los justos en prisión o renunciar a la guerra y a
la esclavitud, el Estado no dudará cuál elegir. Si mil hombres dejaran de pagar
sus impuestos este año, tal medida no sería -ni violenta ni cruel, mientras que
si los pagan, se capacita al Estado para cometer actos de violencia y derramar
la sangre de los inocentes. Esta es la definición de una revolución pacífica,
si tal es posible”.
¿De dónde saca el autor la energía
moral? Thoreau es cristiano y no
tiene reparos en citar el Evangelio: "Lo mejor que el rico puede hacer en
favor de su cultura es procurar llevar a cabo aquellos planes en que pensaba
cuando era pobre. Cristo respondió a los fariseos en una situación semejante: «Mostradme
la moneda del tributo» dijo y uno sacó un céntimo del bolsillo. Si usáis moneda
que lleva la efigie del César y él la ha valorado y hecho circular, y si sois
ciudadanos del Estado y disfrutáis con agrado de las ventajas del gobierno del
Cesar, entonces devolved algo de lo suyo cuando os lo reclame: Dad al Cesar lo
que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios (Evangelio según Mateo, cap. 22, versículos
16-21.). Y se quedaron como estaban sin saber qué era de quién, porque no querían
saberlo”. Buen ejemplo de rectitud moral y de primacía de la conciencia sobre
la ley.
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