La evangelización de los católicos
El título de este libro de
Scott Hahn tiene un doble significado: la “nueva evangelización” que propone
desde hace décadas la Iglesia Católica ante un mundo secularizado y la
evangelización de los propios católicos que se han secularizado. El autor
reconoce como causo de la crisis el hecho de que más de la mitad de los
católicos “piensa en Dios como una fuerza impersonal”.
La clave, por tanto, estaría en redescubrir a Jesucristo. “Cuando
conoces a Jesús –cuando sabes quién es, lo que ha hecho por ti, lo que te ha
dado- es difícil no desbordar de gozo. También es difícil que no compartas con
otro lo que sabes”. En esta nueva evangelización es primordial el testimonio;
según el Papa Francisco hay que predicar “siempre el Evangelio. Y, si fuese
necesario, también con la palabra”.
Como recuerda el Concilio Vaticano II: “El mismo testimonio de la
vida cristiana y las obras buenas, realizadas con espíritu sobrenatural, tienen
eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el
Señor: "Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que viendo
vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"
(Mt., 5,16) (…) Pero este apostolado no consiste sólo en el testimonio de la
vida: el verdadero apóstol busca las ocasiones de anunciar a Cristo con la
palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe; ya a los fieles para
instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más fervorosa: "la
caridad de Cristo nos urge" (2 Cor., 5,14), y en el corazón de todos deben
resonar aquellas palabras del Apóstol: "¡Ay de mí si no
evangelizare"! (1 Cor., 9,16)” “Apostolicam actuositatem” 6.
Siguiendo las pautas del
Vaticano II, esta evangelización ha de tener por protagonistas principales a
los laicos que: “Por el sacramento de la confirmación se vinculan más
estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu
Santo, y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la
fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras”
(Lumen gentium, 11).
Redescubrir a Cristo,
pues” y redescubrir el núcleo del kerigma, válido para todas las épocas: “Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado
y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a
Cefas y después a los doce. Porque ya que la muerte entró por un hombre,
también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Co 15).
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