Esta economía mata
El Papa Francisco pretende plantear una alternativa al sistema económico
vigente basándose en el Evangelio, su propuesta es construir una sociedad y una
economía en cuyo centro esté el hombre y su bien, y no el dinero. «No basta con ser un buen samaritano –ha llegado a decir-: hay
que cambiar el sistema económico», un sistema que hace, para numerosos católicos,
del capitalismo un dogma:
“No hace falta ser demasiado sutil sobre
el hecho de que vivimos en una economía que de capitalista tiene más bien poco
o nada, como casi nulo es su nexo con la llamada «economía real». La burbuja
financiera, la especulación, los índices de la Bolsa, el hecho de que la
oscilación de esos índices puedan hacer polvo a poblaciones enteras sometidas a
la pobreza haciendo fermentar de golpe el precio de algunas materias primas…
son todas ellas realidades que debemos aceptar como secuela de los «efectos
colaterales» de las guerras «inteligentes» de última generación. Hay que
aceptar estas realidades y estarse bien calladitos. El dogma es el dogma, y
quien lo ponga en tela de juicio, por bien que vaya la cosa, es un iluso. Y, si
no, es un subversivo”.
El libro termina con una
serie de entrevistas en exclusiva, siendo la última a mismo Papa Francisco, a
modo de conclusión. En ella se explica la visión que tiene del sistema actual:
“En términos
absolutos, ha crecido la riqueza mundial, pero han aumentado también las
desigualdades y han surgido nuevas pobrezas. Lo que yo noto es que este sistema
se mantiene a base de esa cultura del descarte de la que ya he hablado varias
veces. Hay una política, una sociología, y también una actitud de descarte.
Cuando en el centro del sistema ya no está el hombre, sino el dinero, cuando el
dinero se ha convertido en un ídolo, los hombres y las mujeres quedan reducidos
a simples instrumentos de un sistema social y económico caracterizado, más aún,
dominado por profundos desequilibrios”.
Y se nos urge a resolver
las “causas estructurales de la pobreza”:
Los mercados y la especulación
financiera no pueden gozar de una autonomía absoluta. Sin una solución a los
problemas de los pobres no resolveremos los problemas del mundo. Hacen falta
programas, mecanismos y procesos orientados a una mejor distribución de los
recursos, a la creación de trabajo, a la promoción integral de quien está
excluido.
Particularmente lúcida me
ha parecido la entrevista a Ettore
Tedeschi, presidente del Banco de Santander en Italia desde 1993 y
expresindente del IOR. Tedeschi describe así la actual crisis económica:
"El actual modelo
económico ha sido concebido precisamente para compensar la falta de desarrollo
debida a la caída de los nacimientos en el mundo occidental y ha sido fundado
sobre el crecimiento consumista individual, cada vez más endeudado. Para poder
sostener este crecimiento ilusorio se han provocado desequilibrios crecientes:
se ha sacrificado el ahorro para transformarlo en consumo, se ha provocado el
envejecimiento de la población, y los consiguientes costes fijos, para ser
absorbidos, han generado tasas crecientes hasta lo insostenible. Otros
desequilibrios han sido los causados por la desindustrialización, que creó las
condiciones de desempleo y la pérdida del poder adquisitivo".
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