PAX AMERICANA
Seis meses antes de su
propio asesinato, John F. Kennedy hacía una llamada a la paz en el contexto de
la Guerra Fría con la Unión Soviética: “¿Qué clase de paz buscamos? No una “Pax
americana”, impuesta al mundo mediante el arsenal de guerra estadounidense”.
Esta expresión, utilizada por analogía con la “Pax romana”, es la que utiliza
como título este libro en el que Manuel López Linares examina con bastante
objetividad el papel jugado por Estados Unidos en la escena internacional a lo
largo del último siglo, ofreciéndonos un interesante prontuario de la política
exterior norteamericana.
Como en la “Pax romana” se
trata de una hegemonía geopolítica impuesta por la supremacía militar y que es
manifiesta especialmente a partir de la II Guerra Mundial. El comercio mundial
y muy especialmente el de recursos energéticos, aparece siempre en el trasfondo
de los conflictos de estos años, Jimmy Carter lo reconocerá declarando que
estaba dispuesto a usar “cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza militar,
para garantizar el abastecimiento de petróleo del país”. Según el autor los
EEUU de Norteamérica no siempre se han mantenido fieles a los ideales de los
Padres fundadores de esta gran nación, viéndose ésta “justificada para tomar
atajos pragmáticos e imponer sus puntos de vista por medios éticamente
inaceptables”.
La mayor parte del libro se
dedica a hacer un recorrido histórico por algunos de los conflictos detrás de
los que estaba moviendo hilos Estados Unidos, desde el apoyo al Shah de Persia
en los años 50 hasta la Guerra de Irak de 2003, pasando por el Congo y Vietnam
en los años 60, la caída de Allende en los 70 en Chile o la guerra de
Afganistán a comienzos del tercer milenio. En todos los casos se aportan datos
sobre las consecuencias en la balanza comercial de Estados Unidos.
Uno de los capítulos más
interesantes es el que dedica a explicar los medios de intervención de las
élites norteamericanas en la política mundial por medio de “lobbies” y grandes
corporaciones como el “Council of Foreing Relations” (CFR) presidido por David
Rockefeller. Miembros de este organismo han tenido siempre relevancia en los
distintos gobiernos.
Un caso paradigmático es el de la Guerra de Irak y la Mega Coporación Halliburton. Durante la administración de George W. Bush y Dick Cheney, ambos directamente implicados en empresas petrolíferas. Cheney, quien
era consejero delegado de Halliburton desde 1995, se marchó de la empresa
durante la campaña de las elecciones presidenciales del año 2000 con una
indemnización por despido de 36 millones de dólares. Para el año 2004, había
recibido 394.548 dólares en compensaciones por parte de la empresa mientras
ejercía ya como vicepresidente estadounidense.
Bunnatine
Greenhouse, un funcionario con 20 años de experiencia, se quejó a los
funcionarios del Ejército de Estados Unidos en numerosas ocasiones acerca de
que Halliburton había estado recibiendo ilegalemente un trato especial en la
obtención de contratos en Irak, Kuwait
y los Balcanes. El Departamento
de Justicia de EE.UU., la Oficina de Investigación Federal (FBI) y el inspector
general del Pentágono iniciaron una investigación con el fin de esclarecer si
existía realmente un delito. A la fecha del 24 de febrero de 2009 aún
continuaba abierta. Hasta enero de 2006 Halliburton ha obtenido la friolera
cantidad de $16.000 Millones de Dólares (MDD) en contratos para “reconstruir” Irak, la mayoría de los
contratos fueron obtenidos sin licitación y de manera directa.
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