Libro de la Pasión

Considero este libro de José Miguel Ibáñez-Langlois una de mis lecturas imprescindibles. Su poesía poderosa e informal conmueve hondamente. Dice de él García Máiquez:

“No deben distinguirse en este libro, donde la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo se tratan con tanta exigencia literaria como aliento cósmico, dando lugar a un libro de poesía total, al que nada de la naturaleza ni de la historia ni de la cultura le es ajeno. Partiendo de que estamos ante el momento crucial, todo gira alrededor de él en este libro: 

"El así llamado curso de la historia humana 
no hace otra cosa que dar vueltas en torno suyo por todos los siglos". 

Se superponen los más alejados momentos históricos, muy diversas citas filosóficas, múltiples visiones. Es una forma muy efectiva de recalcar que lo que ocurrió entonces en Jerusalén afecta a toda la humanidad de todos los tiempos y a toda la creación: "El mundo es una misa que se parece al mundo"”.

El estudioso de Ibáñez Langlois, Juan Manuel Martínez ha concluido: "Este magnífico libro no es sólo una narración, ni sólo una contemplación, ni sólo una catequesis, ni sólo una profundización, sino todas estas cosas a la vez".

Así comienza:


Jesús de Nazaret qué pobre hombre
pero qué fracaso tan absoluto
no encontró más discípulos que unos pescadores de la localidad
como era previsible en esos alcornoques
no hubo forma de hacerles entender lo que pretendía
no obstante se paseó con ellos por toda Judea
despertando entre las masas una exaltación esporádica y superficial
un leve revoloteo en el polvo de los caseríos
como suele ocurrir con todos los predicadores errantes
sus propios parientes no creían en él
lo consideraban un loco y estaban lejos de ser los únicos
fue vencido por una casta de políticos y teólogos de su propio pueblo
sus discípulos entonces lo abandonaron a medianoche
mientras todos los gallos de Jerusalén cantaban sin son ni ton
fue vendido por 30 dólares al contado y ni un peso más
fue condenado por blasfemo impostor y revolucionario
a petición de las propias masas que se le suponían adictas
al pie de la cruz no había casi nadie de entre los suyos
apenas su madre y uno que otro seguidor imberbe
de ésos que no faltan ni al más demente de los iluminados
apenas algún imberbe que espantara a los perros que venían a lamer su sangre
hasta su ropa interior se la repartieron los verdugos
pasó por el mundo como si no hubiera pasado nadie
a unas horas de su muerte todo quedaba igual en el universo
sólo titilaba como un aviso luminoso sobre su sangre el INRI
una dura advertencia para los locos que se creen reyes
nunca hubo hombre tan muerto como ese muerto sobre la cruz
su muerte a simple vista era profunda como un infinito
Jesús pero qué muerto
más sobrenatural
las almas se le rendían después de muerto
la cruz patibularia se convirtió en su triunfo
los muertos salían de la tierra para amarlo hasta la adoración
sentado en el sermón de la montaña
su mirada cambió el curso de la historia en forma sumamente brusca
haciéndola pasar por los despeñaderos más increíbles
el así llamado curso de la historia humana
no hace otra cosa que dar vueltas en torno suyo por todos los siglos
no hace más que precipitarse en el abismo de su corazón
su sigilosa voz de acento galileo arcaico
resonó como un trueno hasta apagar a los propios césares
a los propios filósofos y a los sabios
su palabra alumbró todas las cosas por el interior
estremeció el pensamiento humano con el fulgor de
/que el paso de los siglos no consigue descifrar aún
Jesús de Nazaret
pero qué muerto más resucitado

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