Guía para perplejos


 Tanto en este ensayo como en su anterior obra (“La fe de Ratzinger”) la autora, Tracey Rowland, demuestra un profundo conocimiento del panorama teológico de finales del siglo XX.

Joseph Ratzinger se enfrenta en su dilatada carrera como intelectual cristiano a los desafíos más fuertes de la sociedad actual. Lo que se viene llamando la “Crisis de la Modernidad” o la “Crisis de Occidente”, que obligan a la Iglesia a profunda renovación de la cultura cristiana, que intentó afrontar el Concilio Vaticano II.

La traumática historia del pensamiento en el siglo XX hace pensar que la modernidad ha fracasado,  e incluso, es hostil al desarrollo humano. Lyotard testifica este fracaso de la modernidad y, contra sus encarnaciones sociales, inaugura la posmodernidad. Sin embargo, la generación correspondiente de intelectuales católicos seguían con la tendencia de subirse al barco de la modernidad cuando todos saltaban por la borda viendo venir el naufragio.  Los intelectuales católicos se entregaban a lo modernidad cuando ésta daba señales de agotamiento y fin de ciclo.


En el campo teológico la crisis de la Iglesia no era menos patética en el siglo XX: conocimiento fragmentario de la Sagrada Escritura, escaso conocimiento de la Tradición, arte religioso lamentable (muchas iglesias parecían capillas de meditación de la ONU), cultura litúrgica decadente, etc., nada parecía acercarse a la sensibilidad de lo sublime. En medio de esta pobreza cultural Ratzinger apuesta por una renovación basada en la corriente de pensamiento agustiniana y el personalismo de Guardini, así como la referencia de pensadores Newman, De Lubac o Hans Urs von Balthasar.

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