Cómo acompañar en el camino matrimonial
Muy útil este volumen en el que se recogen diversos aspectos de la pastoral familiar a la luz de “Amoris Laetitiae”. El contenido del mismo abarca desde “por qué casarse por la Iglesia” a las “posibles causas de nulidad matrimonial” pasando por temas tan interesantes como la preparación para el matrimonio o el acompañamiento pastoral de los cónyuges.
El libro aborda con valentía las dificultades que presente la cultura actual: "Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada" (Francisco, carta encíclica Lumen fidei, 29 de junio de 2013, n. 52) »17.
Debemos saber trasmitir esta verdad a los jóvenes: el matrimonio no es la meta, no es la celebración ni mucho menos el banquete, sino que es un proyecto de vida que involucra a toda la persona y a toda su vida. Los bienes del matrimonio son bienes arduos, que requieren para su logro las virtudes: fortaleza, generosidad, prudencia, magnanimidad, caridad por encima de todo.
Por eso, la pastoral familiar debe ser muy clara y también exigente, pero no solo mostrando las leyes como si fuesen algo extrínseco, sino sabiendo transmitir la belleza del matrimonio: «Los matrimonios agradecen que los pastores les ofrezcan motivaciones para una valiente apuesta por un amor fuerte, sólido, duradero, capaz de hacer frente a todo lo que se le
cruce por delante».
Para ello se parte de una noción clara del matrimonio: “El signo sacramental del matrimonio da origen precisamente a un amor interpersonal con estas características. La unidad de dos individuos requiere fidelidad, no como exclusión de la infidelidad sino como realización del don total y mutuo de la persona: ninguno de los dos se reserva nada de la propia persona y, por lo tanto, no puede disponer de ello en la primera persona del singular”.
Del mismo modo, la indisolubilidad no es la negación del divorcio sino la expresión del hecho de que la donación que hace una persona, por su naturaleza histórica, requiere dar toda la propia temporalidad; la communio es siempre una tarea por realizar para que la persona tenga tiempo a su disposición, tiempo no "para dar" sino "ya dado”. Finalmente, la procreación, es una manifestación adecuada del hecho de que el don mutuo, sin dejar de lado ninguna dimensión espaciotemporal, se realiza en la mayor intimidad posible de los cónyuges; muestra que la realidad somato-espiritual del ser humano está vinculada por naturaleza a la transmisión de la vida.
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